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Full text of "Jose Torre Revello 1963 La Banda Oriental Y La Gaceta De Buenos Aires"

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JOSE TORRE REVELLO 


LA BANDA ORIENTAL 
Y LA GACETA DE 
BUENOS AIRES 


MONTEVIDEO 
19 6 3 




| 


LA BANDA ORIENTAL Y LA GACETA DE 
BUENOS AIRES 


por 

José Torre Revello 



La Banda Oriental y la Gaceta de Buenos Aires 


por 

José Torre Revello 


I, — LA JUNTA PROVISIONAL GUBERNATIVA DE 
BUENOS AIRES 

La noticia de la instalación en Buenos Aires de la Junta Provisional Gu- 
bernativa de las Provincias del Río de la Plata, el 25 de mayo de lftlO ? pre- 
sidida por Comclio de Saavedra, de acuerdo con los medios de comunicación 
entonces en uso, corrió velozmente por todo* los ámbitos del virreinato. Para 
las autoridades peninsulares que ejercían funciones de gobierno., no pasó inad- 
vertido el cariz que tomaba ese movimiento y en distintos lugares de su juris- 
dicción pronto habría de iniciarse la reacción contra ci movimiento que se am- 
paraba bajo el nombre de Femando VIL 

El día 27 de mayo despachó la Junta Provisional Gubernativa una circu- 
lar a todos los cabildos y autoridades del virreinato, en la que después de hacer 
un resumen de las ocurrencias de España, exponía el proceso seguido para la 
constitución de la Junta c invitaba a los mismos a designar diputados para que 
se trasladaran a Buenos Aires a integrar una junta generad o congreso de todas 
las provincias dependientes del virreinato. Se adjuntaba a la circular otros es- 
critos, por los que í¿ no dejan duda a esta Junta que será mirada por todos los 
jefes, corporaciones, funcionarios públicos y habitantes de todos los pueblos del 
virreinato como centro de la unidad ? para formar la barrera inexpugnable de 
la conservación íntegra de los dominios de América a la dependencia del señor 
don Femando VII, o de quien legítimamente le represente. No menos espera 
que contribuirán los mismos a que 7 cuanto más antes sea posible, se nombren y 
vengan a la capital los diputados que se enuncian para el ftn expresado en el 
mismo acto de la instalación; ocupándose con el mayor esfuerzo en mantener 
la unión de los pueblos y en consultar la tranquilidad y seguridad individual; 
teniendo consideración a que la conducta de Buenos Aires muestra que 7 sin 
desorden y sin vulnerar la seguridad, puede obtenerse el medio de consolidar 
la confianza pública y su mayor felicidad. Es de esperar — agregaba la circu- 


— 3 ^ 



Lar — que cimentado este paso, si llega el desgraciado momento de saberse sin 
duda alguna la pérdida absoluta de la Península, se halle d distrito del virrei- 
nato de Buenos Aires sin los graves embarazos que por la in certidumbre, y falta 
de legitima representación del Soberano en España, a la ocupación de los fran- 
ceses, la pusieron en desventaja para sacudirse de ellos: puesto que, tanto como 
el enemigo descubierto invasor debe tenerse y precaverse el que desde lo in- 
terior promueve la desunión, proyecta la rivalidad y propende a introducir el 
conflicto de la suerte política no prevenido"* Esta invitación del gobierno de 
Buenos Aires sería resistida con el poder de las armas y llevaría a los pueblos 
a una lucha sostenida (*), 

En la actual República Oriental del Uruguay fue el Cabildo de la ciudad 
de Maldonado, la primera corporación que reconoció la instalación de la Junta, 
acusando recibo de la circular y anexos que lo acompañaban, por oficio del 4 
de junio, cuya información recogió en sus planas la flamante Gazeta de Bue- 
nos- Ayr es , el periódico de la Revolución, nacido por inspiración del secretario 
de la Junta, doctor Mariano Moreno ( 3 )* 

El comandante político y militar de la plaza de Colonia, coronel Ramón 
del Pino, dio a conocer por bando a los habitantes de su distrito el que red- 


il Registro Oficial de la República Argentina , Buenos Aires» 1879, t, I, pp, 25-26, nú* 
mero 8* Ei primer documento suscripto por la Junta, se encabezaba con la siguiente leyenda : 
La Junta Provisional Gubernativa de la Capital del Río de la Píala a los habitantes de ella 
y de las provincias de su supremo mando. Se fechó el 26 de inayo de 1810 y en el se expre- 
saba: ‘‘Tenéis ya establecida la autoridad que remueve la íncertidumbre de las opiniones y 
calma los recelos*, agregando que era Bu propósito sostener las posesiones de su jurisdic- 
ción **tn la más constante fidelidad y adhesión a nuestro muy amado Rey, el $r* D, Fer* 
nando* {Ibid.? p. 23, rtúm, 4)* Junto con ese documento, envió la Junu la circular del virrey 
cesante Baltasar Hidalgo de Cisncros, en el que éste hacía el proceso de los acontecimientos 
ocutridos entre los días 20 y 25 de mayo, señalando que la única forma de liberar al pueblo 
de los estragos que lo amenazaban era su abdicación, lo que había verificado le día 25, reasu- 
miendo el mando la Jfunla que presidía Saavedra» dirigida “a conservar la integridad de 
estos dominios a su legítimo dueño nuestro amado Soberano el Sr. D. Fernando VII, con- 
tribuirán por bu parle al logro de tan altos fines, para lo que tanto interesa el orden, Id 
subordinación y unión de voluntades, que deben manifestarse enviando inmediatamente a 
esta Capital Diputados autorizados con los necesarios poderes, para que en Junta General 
determinen lo que debe practicarse” (Jbid r , p, 24, núm, 6). Privadamente Ci&neros envió un 
emisario a Uniera, informándole del verdadero sentido del movimiento dando origen así a 
la reacción que se produjo en Córdoba y al traslado de su secretario el capitán de fragata 
Juan Jacinto Vargas a Montevideo, siendo probable que también hiciera lo mismo con otros 
jefes del virreinato. Facsímil de los documentos citados, en Carlos A, Pueyrredón, 1810, 
La Revolución de Mayo según amplia documentación de la época y Buenos A ir es, 195 3 pági- 
nas 330*338, 

2) Registro Oficial de la República Argentina? lomo I, p* 30, nüm* 20 y Gazeta de Bue^ 
nos~AyreSy jueves 14 de junio de 1810, núm, 2» p. 23 (edición facsímil, p, 51)* Al igual que 
ocurriría con Colonia, aunque por distintas razones, Maldonado también se plegó a los de- 
fensores del Supremo Consejo de Regencia aL ser éste jurado en Montevideo, Véanse las 
incidencias en M, Blanca París y Querandy CarrekI Piñón, Estudio preliminar , en Uni- 
versidad de la República, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Biblio- 
teca de Libros Raros Americanos? Gazeta de Montevideo? volumen primero, 1810, octubre - 
diciembre, Montevideo, '1948, pp, LVIIX-L1X, 


— 4 — 



hiera con fecha 27 de mayo, que figuraba entre los anexos que acompañaban 
a la circular de la misma fecha, a la que nos hemos referido más arriba* En 
la nota que dicho jefe remitió a la Junta, en 5 de junio, al informarle sobre la 
ceremonia realizada, comunicaba que en esa misma fecha, según copia del acta 
levantada con ese motivo, había convocado a la casa de la comandancia al al- 
calde del lugar, al cura párroco y a los vecinos de distinción, ante quienes leyó 
el oficio de 27 de mayo, “como asimismo todos los impresos que hacen rela- 
ción a los hechos ocurrentes en la Capital para la cesación del mando del 
excelentísimo señor Virrey, e instalación de la actual Junta Gubernativa dije- 
ron todos a una voz que la reconocían y la obedecían como legítima autori- 
dad”* Al pie del acta firmaron todos los presentes, iniciándose con la firma 
de! coronel Ramón del Pino, continuando seguidamente el alcalde Francisco 
de Andújar, el cura y vicario, doctor José María Enriquez Peña, v además 
diecisiete vecinos que asistieron a la reunión ( 3 ). 

Colonia, como Maldonado, eran lugares estratégicos para el plan de insu- 
rrección general proyectado por quienes orientaron la revolución, pero pron- 
tamente toda la Banda Oriental habría de plegarse a las órdenes emanadas 
del gobierno de Montevideo* El coronel Ramón del Pino, en 19 de julio, aí 
tomar conocimiento por una circular^ del gobernador militar de Montevideo, 
Joaquín de Soria, en la cual reproducía un oficio que le enviara el virrey Cis- 
neros, en donde lo declaraba “único jefe de la Banda Oriental”, optó por des- 
ligarse del gobierno de Buenos Aires, sujetándose “a la jurisdicción del señor 
Gobernador de Montevideo, jefe natural y único de esta banda”* Lo mismo 
hizo el ayuntamiento de Maldonado en un cabildo abierto que se celebró el 
31 de julio, y otro tanto manifestó el Cabildo de Sóriano en oficio que lleva 
la fecha mencionada ( 4 ) 

“Estos hechos, la presencia de las fuerzas comandadas y la enérgica acción 
desplegada por las escuadrillas de las órdenes del capitán Juan Angel Miche- 
lena sobre las poblaciones situadas en las márgenes del río Uruguay, sustra- 
jeron por el momento a la Banda Oriental del dominio del gobierno revolu- 


3) Gozeta de Buenos-Ayres jueves 14 de junio de 1810 xiúm. 2 pp. 19-23 edición fac- 
símil, pp* 47-51). 

4) El nombramiento que el virrey Cisneros extendió a favor de Joaquín de Soria lleva 
la fecha del 21 de junio. Sólo se conocen copias de ese documento en donde expresó el ex- 
virrey que estaba disponiendo, para que sin derramamiento de sangre, se restableciera la 
autoridad legítima y que se había noticiado reservadamente de que se iba a atentar contra 
bu persona y la de algunos de sus ministros. En el caso, agregaba, "de verificarse algún aten- 
tado contra mi persona para que como único jefe de toda esa Banda Oriental oficie a los 
comandantes, cabildos y jueces pedáneos, a fin de que bajo responsabilidad guarden la más 
estrecha sumisión a la legítima autoridad, desconociendo un gobierno levantado sobre las 
ruinas del verdadero que adoptó Ja Nación,,,” PueyhredÓn, 1810, La Revolución de Mayo 
tegún amplia documentación de la época, p. 449. Dicho documento ha sido calificado de 
falso, pero como asienta el autor citado, "tuvo efecto en Montevideo y sobre él basó Soria 
la autoridad asumida”. 



cionario* Por vez primera los acontecimientos colocaban todo el territorio de 
la campaña — desde Colonia hasta Maldonado y desde la frontera hasta 
Montevideo — bajo la autoridad de esta plaza que había aspirado siempre a 
unificar políticamente el gobierno de la región erigida en una capitanía” ( 5 ). 

En el título expedido por la Junta a Manuel BelgranOj en 4 de septiem- 
bre, reconoció que la contrarrevolución iniciada desde Montevideo había do- 
blegado el espíritu de adhesión al gobierno de Buenos Aires, Al comunicarle 
su traslado a la Banda Oriental, para proteger a los pueblos, se le encargó a 
Belgrano que “persiga a los invasores y ponga el territorio en la obediencia y 
tranquilidad que la sedición y violencias de Montevideo han perturbado” (°). 


II, — MONTEVIDEO Y LA REVOLUCION DE MAYO 


En Montevideo las cosas se desarrollaron de distinta manera. Las ocurren- 
cias de España se conocían con anticipación a la capital virreinal a la llegada 


5) Juan E. Piyel Devoto, Prólogo en Comisión Nacionae Archivo Articas, Archivo 
Artigas , Montevideo, 1952, t. III, pp. CXXIY-CXXV. “Se puede afirmar que en loa primeros 
días de agosto del año 1810 Ja Banda Oriental en sus puntos neurálgicos, y luego de rec- 
tificar bu primera actitud de obediencia al gobierno de Buenos Aires, quedaba bajo la órbita 
de la autoridad de Montevideo, porque el reconocimiento del comandante de Santa Teresa, 
Bernabé Zermeño, la posición expectante del alcalde de la Santa Hermandad de la Villa del 
Colla y de Joaquín Paz, de la Villa de Meló, no desequilibraban la estructuración de ese 
bloque en tomo a Montevideo, reforzado con lae adhesiones categóricas de San José y San 
Juan Bautista” (M. Blanca París y Quehandy Cíbrerá Piñón, Estudio preliminar, p. IX). 
La actitud del coronel Ramón del Pino, se señaló en un comunicado donde se expresaba: 
ts El traidor Ramón Pino, después de haber reconocido la Junta y jurado su obediencia, que- 
brantó su juramento”, en Gazeta de Buenos-Ayres t jueves 9 de agosto de 1810, núm, 10, 
p. 150 edición facsímil, p. 268), Véase sobre el tema Setémbrino E, Pereda, La Revolución 
de Mayo r La Junta de Buenos Aires , El Cabildo de Montevideo y la Campaña Oriental , Mon- 
tevideo, 1918, 

6) Nombramiento de Manuel Belgrano para el cargo de general en jefe de las fuerzas 
destinadas a la Banda Oriental, Buenos Aires, 4 de septiembre de 1810. (Museo Mitre, Docu- 
mentos del Archivo de Belgrno i Buenos Aires 1914, t. III, pp. 93-94). El gobernador de Mi- 
siones, Tomás de Rocamora, en oficio dirigido a la Junta, manifestaba: “El comandante de 
Belén me dice que le dicte lo que debe hacer en vista que, habiendo tomado la Colonia 
los de Montevideo, e intimado su dependencia a Santo Domingo Soriano y a Mercedes, deno- 
tan apoderarse de toda aquella Banda Oriental. Yo lo hallo verosímil, visto el atentado sobre 
Colonia, y verosímil también, que el gobernador del Paraguay, íntimo adieto a aquellos agre- 
sores, haga los mayores esfuerzos para no dejar interpuesta esta provincia y seguir un giro 
libre desde Paraguay a Montevideo”, Yapeyü, 10 de agosto de 1810 ( Ibid ,, t. III, pp. 77-79). 
AI siguiente mes, en extenso informe, decía el mismo remitente las medidas que había 
tomado para contrarrestar la acción de loe contrarrevolucionarios del Paraguay y de la Banda 
Oriental, agregndo que con sus fuerzs se había concentrado en Yapeyú, por considerar a 
ese punto como el más propio “para cortar la comunicación con la Banda Oriental; para 
recibir auxilios si Y.E, me los envía, o para retirarme si V.E. me lo manda”. Oficio de 
Tomás de Rocamora tí la Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata t 
Yapeyú , 5 de septiembre de 1810 (Ibid,, pp, 81-85). Véase Instrucciones de la Junta de Mayo 
a $u juez comisionado en la Villa de Belén (1810), en Boletín Histórico t Estado Mayor Ge- 
neral del Ejército, Montevideo, 1958, mima. 75-76, pp, 38-39* 


— 6 — 



de los navios que, procedentes de Europa, transportaban la correspondencia, 
adelantando y divulgando los informes que suministraban tripulantes y pasa- 
jeros- En el acta de la reunión que celebró el Cabildo de Montevideo, el 24 
de mayo, se hizo constar que en la tarde de ese día había arribado a la ciudad, 
procedente de Buenos Aires, el capitán de fragata Juan Jacinto de Vargas, se- 
cretario del virrey Cisneros, de donde - — se dejaba constancia — había salido 
precitadamente “por las conmociones populares de aquella ciudad”, lo que se 
confirmaba con las cartas particulares que se habían recibido, resolviendo en 
esa emergencia, de acuerdo con el gobernador político dirigir un oficio al go- 
bernador militar de la plaza para que impidiera levar anclas del puerto de 
Montevideo “de todo buque nacional y extranjero, hasta tanto llegue la noti- 
cia positiva de los resultados de aquellos movimientos”. 

En la misma fecha el Cabildo levantó acta por separado para referirse a 
las noticias recibidas de la capital virreinal, resolviendo consultar al abogado 
Nicolás de Herrera — electo ministro principal de Real Hacienda de Huanca- 
vélíca — acordándose, en base a su dictamen, tomar las medidas oportunas de 
cerrar el puerto e impedir que se transmitieran noticias deformadas a la corte 
del Brasil, ante la posibilidad de que la misma pudiera tomar alguna deter- 
minación perjudicial a la provincia ( T ). 

En los días subsiguientes, 25 y 26 de mayo, volvió a reunirse el Cabildo 
para conocer de labios del capitán de fragata Vargas, la relación circunstanciada 
de los sucesos de Buenos Aires, referentes a la deposición del virrey y su susti- 
tución en el mando por “una Junta Provisional, a cuya sazón y antes de deter- 
minarse este negocio había salido el exponente para esta ciudad — Montevideo-” 
con una comisión de V, E, para comunicar a este Ayuntamiento y autoridades 
constituidas la ilegalidad de su deposición y del establecimiento de la Junta, y 
hacerle entender que esperaba fuese su autoridad debidamente respetada por 
este pueblo y vecindario no habiendo en el de Buenos Aires poder legítimo para 
despojarlo del mando de las Provincias que le había confiado la Suprema Junta 
Central de España e Indias a nombre del señor don Fernando: 7-”, Ante el temor 
de una conmoción por parte del pueblo de Montevideo al conocer la perma- 


7) Según carta anónima publicada en la Gazeta de Buenos- Ay^es, que se atribuye a 
Pedro Feliciano Sainz de Cavia, éste se refirió a la misión del capitán de fragata Vargas, 
diciendo que llegó “en los primeros momentos de las agitaciones; y pidiendo audiencia ante 
el Cabildo habló cuatro horas seguidas, interpelando la fidelidad de este pueblo contra las 
medidas de la capital; y aunque la mejor causa perdería mucho valor en boca de un char* 
latan aborrecido de todos, concurrieron sin embargo muchas circunstancias, que acreditan 
los sentimientos del pueblo en el ningún efecto que produjeron. Vargas revestía el carácter 
de enviado del $r» Cisneros y magistrados principales de la capital” (Véase Caria de un 
comerciante de Montevideo a un correspondí de Buenos- A yres, en Gazeta de Buenos- Ayres, 
jueves 5 de julio de 1810, núm, 5, pp, <52-63 (edición facsímil, pp, 120*121), Revista det 
Archivo General Administrativo o colección de documentos para servir al estudio de la His- 
toria de la República Oriental del Uruguay patrocinada por el Gobierno y dirigida por el 
director del Archivo, Angel G, Costa, Montevideo, 1919, t, IX, pp, 417419, 


— 7 _ 



nencia del capitán de fragata Vargas en ía ciudad, se le instó a que llevara al 
virrey la respuesta del Cabildo, alegando éste que aun tenia pendientes los 
objetos principales de su comisión, que se extendían a tratar con los ministros 
de cortes extranjeras, por lo que el Cabildo resolvió convocar a una reunión a 
las principales autoridades para resolver sobre el problema planteado. ( e ) 

Hasta el 31 de mayo no volvió a sesionar el Cabildo de Montevideo, en 
cuyo acuerdo se dió lectura a ía documentación procedente de la Junta Provi- 
sional Gubernativa de Buenos Aires, llevada por el capitán Martín Galain. En 
ese acuerdo se resolvió convocar a “la mayor y más sana parte del vecindario” 
a fin de elegir el diputado- que debía representar al pueblo de Montevideo en 
el congreso que se proponía reunir en Buenos Aires. Con ese motivo fueron con- 
vidados por esquelas “sobre doscientos vecinos para el Congreso o Cabildo 
Abierto” que se celebraría al siguiente día* 

El 1” de junio se inició la sesión ,reunido el congreso a las nueve de la ma- 
ñana, durando hasta las tres y media de la tarde. La mayoría vertió su opinión 
de que Montevideo debía unirse a Buenos Aires. Un testigo del acto, afirma que 
cuarenta granaderos custodiaron las puertas de las casas consistoriales. En el acta 
de esa fecha se dejó constancia, en primer lugar, de que “Convenía la unión 
a la Capital y reconocimiento de la nueva Junta a la seguridad del territorio 
y conservación de los derechos de nuestro amado Rey el señor Fernando 7°"', 
lo que debía hacerse con ciertas limitaciones para lo cual se designó una comi- 
sión que debía estudiarlas y proponerlas al siguiente día. 

En la fecha indicada se dió un Manifiesto al pueblo de Montevideo en que 
se hacía conocer lo propuesto en la reunión referida. 

En el acuerdo del 2 de junio se notició que en la fecha anterior había arri- 
bado al puerto de Montevideo, el bergantín Nuevo Filipino^ con la información 
de haberse instalado el Supremo Consejo de Regencia de España c Indias, 
resolviendo el cuerpo edilicio reconocer entonces a esa autoridad y dejar en 
suspenso “toda deliberación sobre el nombramiento de diputado y demás pun- 
tos acordados en la sesión anterior hasta ver los resultados de dichas noticias 
en la capital de Buenos Aires” (°), A partir de esc momento, cambiaron radi- 


8) Revista del Archivo General Administrativo , t. IX, pp. 419423; y Pablo Blanco 
Acevedo, El gobierno colonial en el Uruguay y los orígenes de la nacionalidad t Montevideo, 
1929, pp. 502-510. 

9) Revista del Archivo Genero/ Administrativo, t. IX, pp. 423-427. Según Saínz de Cavia, 
eu la carta mencionada refiere que a la llegada del bergantín Filipino t el comandante de 
marina Salaz a r realizo una grosera intriga para dejar triunfante a su partido “asegurándole 
una preponderancia que hoy día nos cubre de ignominia. En una falúa que salió a nuestra 
vista, se remitieron papeletas en que paro vergüenza de este pueblo ee pretendía trastornar 
su opinión con noticias inverosímiles” que decían que España había sido liberada y que los 
franceses derrotados se dirigían precipitadamente hacia su imperio. Agrega que conocía al 
autor del fraude y que lo expresaría algún día; “he aquí - — asienta— el único motivo que 
trastornó la opinión pública, suspendiendo la resolución con la esperanza de que Buenos 
Aires desistiese de su grande obra en vista de estas noticias” ( Carta de un comerciante, etc., 


— 8 — 



cálmente las opiniones de los ediles montevideanos^ aunque algunos de los ve- 
cinos se mantuvieron firmes en su primera decisión. 

El 4 de junio se difundió una proclama del gobierno y del Cabildo de 
Montevideo a los habitantes de la ciudad, en la que se expresaba que se había 
'llegado a entender con el mayor disgusto, que un espíritu de rivalidad infun- 
dado entre los españoles europeos y americanos, ha dado motivo a algunas dife- 
rencias, que aunque pequeñas en su origen pueden ser horribles en sus conse- 
cuencias”. Incitaba a la unidad de sentimientos y demostrar lealtad y valor 
porque todos eran vasallos “del mejor de los monarcas” y que debía cesar toda 
discusión sin fundamento y que si, alguno cerrando oídos a la razón, “moviese 
la discordia entre sus compatriotas, será tenido por enemigo de la patria y 
castigado como perturbador de la tranquilidad pública” ( la ) 

Mientras la Junta de Buenos Aires intercambiaba su correspondencia con 
el Cabildo de Montevideo, las autoridades políticas y militares de esta última 
ciudad tomaron precauciones ante el número de prófugos que arribaban a sus 
playas procedentes de Buenos Aires, quienes difundían noticias e informaciones 
contradictorias sobre los fines y móviles del movimiento, que no tardó en defi- 
nirse, aunque aquellos ponían en duda la posibilidad de alcanzar sus objetivos. 

El 5 de junio, el gobernador Joaquín de Soria, en oficio dirigido a las auto- 
ridades penninsulares, les expresaba: “Nadie más bien que el brigadier Elío 
podía informar acerca del estado lamentable de esta América y cuáles las 
ideas de sus naturales; el está impuesto del plan de independencia que antes 
de ahora tenían premeditado; su respeto, sin duda, ha demorado hasta ahora 
su ejecución”, y en otro segundo oficio de la fecha, agregaba: “La conserva- 
ción de estos dominios en la Corona española, es de mayor consideración, y 
ésta se halla en el día balanceado con las ocurrencias populares de la capital 


en Gazeta de Buenos-Ayres, jueves 5 de julio de 1810, núm* 5, pp. 63-64 (edición facsímil, 
pp. 121-122), El autor del fraude a que alude Sainz de Cavia, venía embarcado en el mismo 
navio y se trataba de José María del Castillo, contador jubilado del Consulado de Buenos Aires, 
que comprometió en su tarea al capitán, al piloto y dos pasajero» que venían en la embar- 
cación, para que suscribieran el informe que había redactado con lanías patrañas, ‘‘Cuando 
dieron fondo en Montevideo, Castillo cerró el pliego y lo entregó al Oficial de Marina que 
llegó hasta la embarcación. Esa era la naturaleza de las noticias que provocaron la ruptura 
de Montevideo con la Junta de Mayo, referidas por el propio autor*. (Roberto Ü Marfany, 
La ruptura de Montevideo con la Junta de Mayo t un engaño de consecuencias históricas* 
en Revista del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, Montevideo, 1938, t, XIV, pá- 
ginas 305-313), El Cabildo de Montevideo ofició al Cabildo de Buenos Aíres sobre las noti- 
cias recibidas en el Nuevo Filipino . Archivo General de la Nación, Acuerdos del Extinguido 
Cabildo de Buenos Aires , Buenos Aires, 1927, serie IV, t. IV, años 1810 y 1311, pp. 188-189, 
10) Diario de los principales actos de las autoridades de Montevideo con motivo de la 
Revolución de Buenos Aires y otras noticias desde el 24 de mayo al 3 de agosto de 1810. 
Copia realizada por el general Bartolomé Mitre, existente en el Museo Mitre * Buenos Aires* 
A. 1 - C 2 - C. 1 - JV. 3, reproducida en Senado de la Nación, Biblioteca de Mayo , colec- 
ción de obras y documentos para la Historia Argentina* Buenos Aires, 1960, t. IV, pági* 
nas 3215-3224. 


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de Buenos Aires; ellas no presentan otro aspecto que el de un premeditado 
plan de independencia, formados por sentimientos de la iniquidad 55 ( n ). 

Por su parte, el comandante del apostadero naval de Montevideo, José 
María Salazar, en carta elevada al secretario de estado, en 12 de junio, decla- 
raba que la Junta de Buenos Aires, marchaba en forma abierta hada la inde- 
pendencia; como se colige de lo expuesto, todas las autoridades de nombra- 
miento peninsular advertían el verdadero propósito de la Junta de Buenos 
Aires, teniendo en cuenta las ocurrencias que se habían desarrollado en la ca- 
pital del virreinato hasta eliminar al virrey, cuyos poderes los habían conside- 
rado viciados de nulidad varios de los patriotas que iniciaron el movimiento ( 12 )* 


IIL — JUAN JOSE PASO 

Después de la nueva orientación que adquirieron los acontecimientos po- 
líticos, el Cabildo de Montevideo resolvió dirigir su contestación a la Junta de 
Buenos Aires. Lo hizo con oficio del día 6 de junio, en el cual, después de ex- 
poner los acontecimientos desarrollados en su seno, le manifestaba que había 
reconocido solemnemente al Consejo de Regencia, contestando así a sus dos 
oficios de 27 de mayo y 2 de junio. Paralelamente informaba de esa misma 
decisión al Cabildo y a la Audiencia de Buenos Aires, quienes con sendos ofi- 
cios del 9 de junio, le manifestaron quedar noticiados del acontecimiento ( 13 ). 

La Junta, al recibo de la comunicación del Cabildo de Montevideo, res- 
pondió con un extenso oficio, fechado en 8 de junio, en donde, después de 
exponer varias consideraciones con respecto a la actitud asumida por el Ca- 
bildo de Montevideo, manifestaba : “La Junta recomienda mucho a V. S. 
se sirva observar con detención los principios que han influido en su insta- 
lación. El principal fundamento de ésta ha sido la duda suscitada sobre la 
legitimidad con que la Junta Central fugitiva, despreciada del Pueblo, insul- 
tada de sus mismos súbditos y con públicas imputaciones de traidora nombró 


11) Blanco Acevedo, El gobierno colonial en el Uruguay, p. 510. Véase la carta que 
Ramón Manuel de Pasos dirigió a Francisco Juanicó, Buenos Aires, 26 de mayo de 1818, 
en Julio Lerena Juanicó, Crónica de un hogar montevideano durante los tiempos de la 
colonia y de la patria vieja (1776-1845), en Revista del Instituto Histórico y Geográfico del 
Uruguay , Montevideo, 1936, t. XII, pp. 94-97, Se reprodujo en Senado de la Nación, Biblio- 
teca de Mayo , t, V, pp. 4299-4301. 

12) Oficio número 52 de José María de Salazar, Montevideo, 12 de junio de 1810, en 
Archivo General de Indias, Sevilla, Sección V, Audiencia de Buenos Aires, legajo 156, 

13} Diario de los principales actos de las autoridades de Montevideo, cit., en Senado 
de la Nación, Biblioteca de Mayo, tomo rV, pp. 3222-3223. Carta del Cabildo de Buenos Aires 
al de Montevideo, en el que al acusarle recibo de su oficio del día 6, le manifiesta quedar 
enterado de loa festejos que se habían realizado con motivo del reconocimiento del Consejo 
de Regencia, Buenos Airee, 9 de junio de 1810. Copia ^n Archivo General de Indias r Sevilla, 
Sección V, Audiencia de Buenos Aires, legajo 156. 


— 10 — 



por sí sola un Consejo de Regencia, sin consultar el voto de los Pueblos, y 
entre las convulsiones del estrecho círculo de la Isla de León, Si recurrimos 
a los primeros principios del derecho público de las Naciones, y Leyes fun- 
damentales de la nuestra, la Junta [Central] no tenía facultad para transmitir 
el poder Soberano que se le había confiado; este es intransmisible por su natu- 
raleza, y no puede pasar a segundas manos sino por aquel mismo que lo 
depositó en las .primeras”. Después de exponer otras consideraciones con refe- 
rencia a la declaración del Consejo de Regencia,, de que los pueblos de 
América eran libres y que debían tener influjo activo en la representación 
de la soberanía, señalaba la incertidumbre del poder soberano en España y 
lo instaba nuevamente a la unión y a tomar cuando se celebre en Buenos Aíres 
el Congreso convocado la resolución que debía seguirse* “Es esta — arguye la 
Junta de Buenos Aires — una materia muy delicada, para resolverse en ella 
con ligereza, y ningún Pueblo debe ejecutar por sí solo lo que debe ser obra 
de todos. En la correspondencia de este Superior Gobierno con nuestro Em- 
bajador Español residente en el Janeiro, se ha encontrado aviso oficial que 
la Junta Central había declarado últimamente la Regencia del Reino a favor 
de la Señora doña Carlota, Princesa del Brasil, y V, S* reconocerá muy bien, 
cuan grandes males nos envolverían ahora, si en virtud de esta sola aunque 
autorizada noticia, hubiésemos jurado y reconocido la Regencia en aquella 
Princesa” ( u )* 

Dicho oficio fue llevado a Montevideo por el vocal secretario de la Junta 
Gubernativa de Buenos Aires, doctor Juan José Paso, que se hizo presente en 
el acuerdo del 14 de junio, y cuya llegada a las costas uruguayas fue conocida 
en Montevideo por comunicación del comandante político y militar de Co- 
lonia, coronel Ramón del Pino* 

Según nos informa un escrito de la época, el día 11 se tuvo noticia en 
Montevideo de que el enviado de la Junta de Buenos Aires se acercaba a la 
ciudad. “Se pusieron todas las tropas sobre las armas, se municionaron, y se 
mandó por el Ayuntamiento una diputación para detener a Paso y no permi- 
tirle la entrada”* AI siguiente día, el enviado porteño arribaba a los extramu- 
ros de Montevideo, siendo “detenido en lo de Ortega por una partida nuestra 
de orden del Cabildo”. Después de las doce del día 13, partió de la Casa del 
Cabildo una diputación integrada por los ediles León Pérez y José Manuel 
de Ortega “a conducir al doctor Paso”* Este arribó con los nombrados al Ayun- 
tamiento en coche, a la una y cuarto y estuvo con los ediles hasta las tres y 
media* A la salida fue acompañado nuevamente por León Pérez y José Ma- 


14) Gazeta de BuenofrAyres, jueves 14 de junio de 1810, núm. 2, pp. 23-28 (edición 
facsímil, pp* 51-56). A la vez que el Cabildo de Montevideo» contestaron a la Junta de 
Buenos Aires, el gobernador militar Joaquín de Soria y el comandante del apostadero naval, 
José María Salazar. 


— 11 



nuel de Ortega, Subió al coche que lo trasladó a la casa del gobernador mili- 
tar y después de conferenciar con éste, se retiró a la panadería de Ortega, 
lugar donde se hospedaba 

Al siguiente día 14* de junio celebró el Cabildo reunión y a ella asistió el 
diputado de la Junta de Buenos Aires, doctor Juan José Paso, quien rizo entre- 
ga del oficio de que era portador, pronunciando seguidamente un discurso 
1 'reducido a justificar los motivos de la instalación de la Junta, de sus opera- 
ciones, sus fines, las razones que tenía para no reconocer al Supremo Consejo 
de Regencia hasta que llegasen los avisos de oficio de su instalación con arreglo 
a las Leyes, y la necesidad de evitar en estas circunstancias todo motivo de 
división de )a capital' \ Oída por los cabildantes la exposición del doctor Paso, 
los mismos regidores que le acompañaron hasta el Ayuntamiento lo condujeron 
al lugar donde se hospedaba. En esa oportunidad, resolvió la corporación con- 
vocar para el siguiente día a la parte más respetable del vecindario, para que 
instruida por el representante de Buenos Aires, deliberase sobre lo'que estimara 
más justo ( lfJ ), Para ello se fijó el siguiente aviso, para conocimiento de la 
población: ‘'Siendo la comisión del diputado de la Junta de Buenos Aires diri- 
gida a este Cabildo y al pueblo en unidad, se ha determinado oir a la mayor 
parte del vecindario para que instruido del asunto deliberare lo que crea más 
justo y conforme al bien de ía patria, y a los intereses de nuestro amado sobe- 
rano el señor don Fernando VII, a cuyo fin se les pasará el correspondiente 
aviso. Sala capitular de Montevideo, 14 de junio de 1810", Al siguiente día 
— 15 de junio — salió en busca del doctor Paso una comisión, que se hizo pre- 
sente con el delegado en la Casa del Ayuntamiento, Se abrió la sesión de ese 
Cabildo Abierto a las diez y cuarto ( 3T ). En ella, después de oír la palabra dd 
doctor Paso, expresada “en la forma y a ¡os mismos objetos manifestados al 
Cabildo, y habiéndose retirado — el diputado de Buenos Aires — deliberó la 
asamblea" a nombre del pueblo y tras un maduro examen, se resolvió “que 
entretanto la Junta no reconociese la soberanía del Consejo de Regencia que 
había jurado este pueblo, ni podía ni debía reconocer la autoridad de la Junta 
de Buenos Aires, ni admitir pacto alguno de concordia o unidad”. Dándose 
conocimiento de lo resuelto al doctor Paso y a la Junta de Buenos Aires en 
contestación al oficio del que había sido portador su diputado, a las doce y 
media se levantó la sesión ( 1B ), 


15) Diario de las principales actos , etc., en Senado de la Nación, Biblioteca de Mayo, 
tomo IV T pp, 3220^322 1, Sáinz de Cavia en la carta mencionada, señala que Paso “fue dete- 
nido el martes 12 de junio en la panadería de D, Manuel Ortega a extramuros de esta ciudad, 
a pretexto de consullar: la mayor seguridad de su persona, porque te suponían temores de 
una conmoción popular' 1 , 

16) Revista del Archivo General Administrativo t t. IX, pp, 429430. 

17) Diario de los principales actas, etc., en Senado de la Nación, Biblioteca de Mayo, 
X, IV, p, 3221. 

18) Revista del Archivo General Administrativo , t. IX, pp. 430431, 


- 12 — 



Entre los asistentes a ese Cabildo se hallaba d comandante del apostadero 
naval de Montevideo } José María Salazar, quien en una información que envió 
día s después a Gabriel de Ciscar, detallando los pormenores de la reunión, ma- 
nifestó que, después de oir a Paso, creyó "que todo estaba perdido’* y agre- 
gaba que, aunque nunca había hablado en público, se levantó a continuación 
para replicar cada uno de los puntos que aquél había expuesto. 

Un eminente autor uruguayo, que ha tratado el tema — Pablo Blanco 
Acevedo — afirmó: “Es indudable que las frases vehementes y apasionadas 
del comandante de marina debieron causar fuerte impresión en aquella asam- 
blea, compuesta en su gran mayoría de españoles acérrimos y de elementos 
acostumbrados a recelar de las autoridades de Buenos Aires en largos y eno- 
josos pleitos. Dos oradores todavía hablarían. Uno de ellos, posiblemente el 
doctor Pérez Castellano, lo haría para solicitar la opinión de los letrados asis- 
tentes al Cabildo Abierto y cuyas ideas en favor de la independencia eran 
conocidas. Es creíble, y así lo afirma una versión de esos días, que el doctor 
Pérez Castellano se pronunció por la unión con Buenos Aires. Salazar replicó 
con violencia, manifestó * que la materia no necesitaba más leyes que la luz 
natural y el amor a la patria». Un tumulto se sucedió, surgiendo gritos y 
protestas enardecidas contra quienes se animaron a sostener las ideas del doctor 
Paso. Este sintióse sobresaltado, y resuelto su retiro para que la Asamblea 
decidiese la contestación a la Junta de Mayo, pidió ser acompañado, adelan- 
tándose el coronel Murguiondo, con quien salió a la plaza en medio del voce- 
río de la multitud’* ( ly ), 

Al informar el Cabildo de Montevideo al Consejo de Regencia sobre lo 
resuelto en el cabildo abierto del 15 de junio, señaló las causas que lo llevaron 
a rechazar las propuestas de la junta de Buenos Aíres, que registró en el 
siguiente orden: £C P Porque Montevideo ignoraba la justicia de los motivos 
del pueblo de Buenos Aires, para despojar del mando a Cisneros; 2° Porque 
aún reconociendo justas causas para este procedimiento, desconocidas por la 
Junta, la autoridad soberana que había jurado obedecer este pueblo, faltaba 
el centro de unidad de gobierno que imposibilitaba la expedición de negocios 
públicos de este vecindario; y 3 9 «por la postergación de todos los oficiales de 


19) Blanco Aceyedo, Fl gobierno colonial en el Uruguay f pp, 515-519. Séínz de Cavia 
en la carta que hemos rilado, refiriéndose al Cabildo Abierto del 15 de junio* expresó que 
^concluida la arenga del Dr, Paeo con la energía que era de esperar de su patriotismo, de 
eu ilustración y de la justicia de la causa que propugnaba, con la firmeza que debía inspi- 
rarle el carácter de su repre&eni ación* tomó el Comandante de Marina el oficio de la Excrna. 
Junta a esta ciudad, y bajo el supuesto de que contestando a él, respondía a las reflexiones 
que el Dr. Paso había hecho, comenzó a glosarlo párrafo por párrafo, ocupándose de las 
puerilidades que Yd, puede esperar de la limitación de sus talentos 71 [ Carta de un comer- 
ciante. t cit. en Gazeta de BuenoS'Ayres * jueves 5 de julio de 1810, núm, 5, pp, 66-67 (edición 
facsímil, pp. 124-125) Cfr. Ignacio Nuñez, Noticias históricas de la República Argentina , etc., 
capítulo XIII, en Senado de la Nación* Biblioteca de Mayo ,f. I, pp. 358-362, 


13 



graduación de ]a provincia para el nombramiento de vocales de aquella junta* 
la reunión del poder militar a la presidencia, los avisos que tuvo este Cabildo 
del virrey depuesto por medio de su primer edecán y secretario íntimo el ca- 
pitán de fragata don Juan de Vargas, la convocación de un Congreso y algu- 
nas expresiones menos meditadas del oficio nurm 4 (se refiere a la nota de 
la Junta leída en el Cabildo Abierto), hacían desconfiar de miras políticas 
avanzadas, aunque el Cabildo hace la justicia a la ciudad de Buenos Aires, 
a su noble vecindario y a la misma Junta, de creerlos fieles vasallos de V.M, ? 
como han acreditado en todas ocasiones^” ( 20 ) 

De acuerdo con la actitud asumida entonces, el Cabildo de Montevideo, 
frente a las acontecimientos de Buenos Aíres, prestó juramento al Consejo 
Supremo de Regencia de España e Indias, el día 16 de junio, dando cono- 
cimiento de ese acto a la Regencia, con oficio del día 19 ( 21 ). 

Todavía el doctor Paso intentó atraer a los jefes principales de ]a plaza 
a un acuerdo con la capital. En la casa del gobernador militar Joaquín de 
Soria, juntamente con éste, se reunieron en la noche del 16 de junio, el go- 
bernador político interino Cristóbal Salvañach, el comandante de marina José 
María Salazar y el doctor Juan José Paso, Este mostró a los presentes un 
oficio reservado del ministro español en Río de Janeiro, marqués de Casa 
Irujo, dirigido al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, con otros documentos, 
con los que aspiraba a persuadirlos del propósito manifiesto de que Portugal 
deseaba ocupar la gobernación de Montevideo y poner a su frente al infante 
don Pedro, Con esa demostración * 'argumento final”, expresó Blanco Acevedo, 
intentó Paso “hacer comprender que estaba en el interés de Montevideo unirse 
a Buenos Aires para contener la invasión 1 '. La exposición de Paso planteó un 
diálogo con el comandante Salazar, quien opuso como argumento que reco- 
nociéndose a la Regencia, quedaban libres de ser atacados por los portugueses. 
El doctor Paso, a su vez “replicó y pidió un escribano para formalizar una 
protesta por los daños que iban a seguirse de no hacerse el pacto. Salazar 
repuso que la protesta la haría él por los «males horrorosos^ que se seguirían 
por ia deposición del virrey, señalándole, a la vez, la necesidad de su partida 
inmediata por la agitación que se encontraba el pueblo”. De todo ello, como 
era costumbre, Salazar informó a su superior y a través de cuyas referencias 


20) Blanco Aceyedo* El gobierno colonial en el Uruguay, pp. 519-520. 

21) En el informe que dirigiera el virrey Cisneros a la* autoridades peninsulares y que 
firmó su esposa, Inés Castambide de Cisneros, en Buenos Aires, el 22 de junio de 1810, 
al tratar sobre los acontecimientos de Montevideo, expresó que el Cabildo bahía “contestado 
a la Junta que por universal aclamación ha reconocido en el Consejo de Regencia la repre- 
sentación soberana del Señor D. Ferando VII, con cuyo motivo se ha puesto en estado de 
defensa, se han armado sus vecinos, se han dispuesto sus tropas y se cree que esión en dis- 
posición de intimar a esta Juma su disolución y mi restitución al mando* (Bartolomé Mitre, 
Obras Completas, Buenos Aires, 194-1, tomo IX, p. 165). Véase el facsímil de dicho docu- 
mento en Carlos A. Pvlyrredón, 1810 3 La Revolución de Mayo, pp. 583 -602. 


— 14 — 



ha sido posible conocer la última tentativa del doctor Paso, antes de pasar 
a Buenos Aires ( 22 ). 

Mientras en Montevideo se seguían las gestiones expuestas, la Junta de 
Buenos Aires envió al Cabildo de aquella ciudad un nuevo oficio, en 15 de 
junio, en donde se decía: “La Junta ha sabido con harto dolor suyo > que el 
egoísmo y el espíritu de partido de algunos malos ciudadanos, han sembrado 
especies siniestras contra la felicidad de este pueblo y la puTC2a de sus inten- 
ciones. No es digno de la Junta rebatir unas calumnias que serán desmentidas 
por su conducta, pero es deber de su institución protestar ante V.S, no se deje 
alucinar por viles impostores que queriendo hacer servir a su persona los sagra- 
dos derechos del monarca, blasfeman de todo lo que se aparta del interés 
sórdido que Los anima”. Otras expresiones escritas a continuación, manifiestan 
que la actitud que asumía el Cabildo de Montevideo era el mejor apoyo para 
las miras de José Bonaparte y para aquellas potencias extranjeras que preten- 
dían subyugarlos f 23 ). 

Todo intento de unión entre ambas márgenes del Plata quedó malogrado 
tn esa emergencia, aun cuando el pueblo uruguayo no participaba de las mis- 
mas opiniones de quienes ejercían el poder político y militar, supeditados a la 
fuerza de las circunstancias y estaría al tanto de las ocurrencias de Buenos Aires 
para actuar oportunamente. La campaña, en donde radicaban en mayor nú- 
mero los nativos, pronto serían iniciadas las gestiones para levantar al pueblo 
hacia la conquista de la independencia y demostraría, con su acción, que un 
mismo ideal unía a ambas márgenes del Plata. 

En una carta que se atribuye a Pedro Feliciano Sáinz de Cavia, publicada 
en la Gazeta de Buenos- Ayres, informaba éste al destinatario que, entre sus 
amigos de Montevideo existía una evidente contradicción con respecto a sus 
conductas y sus sentimientos y le encargaba que en las relaciones que tuviera 
con algunos de los miembros de la Junta les podía confirmar que al pueblo de 
Montevideo debía mirárselo corno amigo, Al referirse a la llegada del doctor 
Paso a Montevideo, anotaba que “saltó a tierra la marinería, se le armó con 
precipitación, y afectando el comandante un tono amenazador, tocó al extremo 
de abocar los cañones contra el pueblo, vinculando a esta disposición hostil la 
preponderancia de su opinión contra los justos y benéficos partidos que el en- 
viado debía proponer” ( 24 ). 

Se deduce por distintas informaciones el carácter preponderante que asu- 
mió desde ese momento el comandante de marina José María Salazar en los 
acontecimientos políticos que se desarrollaron en la capital uruguaya, 


22) Blanco Acevedo, EZ gobierno colonial en eí Uruguay ■, pp. 520-521 ; y Carta de José 
Mdría Solazar a Gabriel Ciscar, Montevideo, 22 de junio de 1310, en Archiva General de 
Indias , Sevilla , Sección IX, Estado, legajo 79. 

23) Blanco Acevedo, El gobierno colonial en el Uruguay, pp. 521-522, 

24) Carta de un comerciante, cit., en Gazeta de Bfjcnvz-Ayres, jueves 5 de julio de 
1810, pp. 64^65 (Edición facsímil, pp, 122-123). 


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IV, — PRUDENCIO MURGUIONDO V 
JUAN BALBIN DE VALLEJO 


El primer intento de rebelión de las fuerzas urbanas destacadas en Mon- 
tevideo quedó registrado en el acta de la reunión del Cabildo del 12 de julio 
de 1810, episodio que protagonizaren los cuerpos de infantería ligera y volun- 
tarios del Rio de la Plata, acuartelados por sus jefes en la ciudadela y en el 
cuartel de dragones. En la fecha enunciada, los comandantes y jefes de esas 
tropas enviaron al Cabildo y al gobernador militar Joaquín de Soria, un desa- 
fiante oficio, en el que expresaban sus quejas en los siguientes términos: “Los 
ultrajes Indebidos, con que se han ofendido mil veces unos cuerpos que de- 
fendieron incesantemente la causa del Rey, y de este fidelísimo Pueblo, han 
excitado su justo resentimiento al verlos reproducidos todos, en el insulto de 
la noche de ayer. La milicia citada a sus cuarteles, la marina ocupando las 
azoteas del barrancón en la más viva alarma, nos dejan entrever lo que se 
conspira contra nosotros y ha apurado nuestro sufrimiento' 1 . Después de otras 
reflexiones relacionadas con los hechos expuestos, se pedía el reembarque de 
la marina y la separación del mayor interino de la plaza* La alarma cundió 
entre las autoridades y en el acta se hace constar, después de calificar al oficio 
de estar escrito con animosidad, que los “preparativos hostiles que hacia la 
tropa en la cindadela 55 pusieron en conmoción a todo el pueblo. Tras varias 
diligencias que se realizaron, se reunieron para conferenciar las autoridades 
políticas y militares, mientras el vecindario corrió a armarse, formando en la 
plaza bajo el mando de sus jefes junto a las milicias y al cuerpo de marina, 
“imagen de la fidelidad y del entusiasmo por la conservación de las derechas 
dd mejor de los monarcas 55 * A continuación registra el acta que “se presen- 
taron los jefes de los cuerpos Sublevados en la sala capitular donde debía cele- 
brarse la conferencia y a pocos momentos ¿c agolpa el pueblo a las puertas 
del consistorio, pidiendo las cabezas de los delincuentes, y fue necesario para 
contener a las gentes decretar su arresto con todas las seguridades, y desar- 
mar los cuerpos, ccn cuya medida se consiguió el restablecí míen te de la tran- 
quilidad pública; y la lealtad heroica del pueble v el entusiasmo patriótico 
del Cabildo, gobernador y comandante de marina y oficialidad de dicho 
r uerpo, y de las milicias disciplinadas y urbanas fueron objeto del aplauso, de 
la admiración y el respeto de] pueblo'* ( 2B ). 

En el acta a La que nos tiernos referido, no se indica la causa de la acti- 
tud asumida por los comandantes y jefes sublevados, pero puede deducirse 
su carácter político en conexión con los principios sostenidos por la Revo- 
lución de Mayo, Esc hecho marcaba el estado de inquietud del pueblo uru- 
guayo, que se hermanaba con los hombres de Buenos Aires. Salazar sindicó 


25) Revista del Archivo General Administrativo, t. IX. pp. 433437. 


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como jefes principales de ese movimiento a los tenientes coroneles Prudencio 
Murguiondo y Juan Balbín de Valle jo. En esa misma circunstancia expresaba 
el comandante de marina que “desde los primeros días de la revolución en 
que encontraron los rebeldes oposición en esta ciudad — Montevideo — y en 
3 a de Córdoba, todas sus imprecaciones y odio recayó sobre la Marina, y 
no han dejado medio que no hayan puesto en planta para derribarla, y 
suscitarle el odio general, es muy difícil expresar la astuta política de estos 
naturales, es necesario vivir muchos años entre ellos 11 ( 26 ). 

Del movimiento ocurrido en Montevideo, reprodujo la Gazeta de Buenos - 
Ayres un escrito del Cabildo de Montevideo, fechado el 13 de julio y aunque 
no indica destinatario, se advierte que fue remitido al gobernador Joaquín de 
Soria, en el cual, entre otras expresiones, deca: “Estos jefes cuyo extravío se 
fundó en una equivocada idea de las providencias tomadas en la noche ante- 
rior, sin acuerdo de V,S* y en un resentimiento contra otro cuerpo de la 
guarnición, apenas fueron intimados por el gobierno y Cabildo a nombre del 
Rey, y del Pueblo para que dejando las armas se prestasen a una conferencia 
amigable en que se satisfaría al honor de los cuerpos de su mando que sin 
trepidar se abandonaron a la confianza de ía garantía de su seguridad que 
les ofreció V.S. y este Cabildo a nombre del Rey y del Pueblo bajo la palabra 
de honor de que este suceso quedaría sepultado en un olvido eterno sin que 
jamás obstase a sus ascensos y fortuna' 1 . Se advierte a continuación que los 
jefes, a pesar de las promesas hechas, se encontraban en. ese momento dete- 
nidos, El escrito termina pidiendo al gobernador que les conceda Ja libertad, 
Una nota puesta a continuación de la transcripción del oficio del Cabildo, 
denunciaba lo siguiente: £1 Hoy 17 de julio continúan los oficiales jefes y 
subalternos en prisiones estrechas, y Murguiondo sobre todos en un buque 
de guerra, sin apariencias de que consigan alivio en sus prisiones, que algunos 
llegan al extremo de estar con una barra de grillos” ( 2T ), 

Más tarde, dichos jefes serian embarcados con rumbo a Cádiz, 


26) Carta del comandante general del apostadero de marina, del Río de la Piafa, José 
María Salasar al secretario de estado y del despacho universal de Indias, Montevideo, 6 de 
diciembre de 1810 en Comisión Nacioxal Archivo Artigas, Archivo Artigas, Montevideo, 
1952, t* III, pp. 368-3 74. Véase sobre dicho, personaje a Flavio A. García, La actuación rio- 
piálense del comandante General Salazar (1809-1815), en Boletín Histórico, Montevideo, Estado 
Mayor General de i Ejército, 1956, núm, 69, pp* 53-78, ^Dejando de lado — escribe esie autor--- 
aus amores y parcialidades (entre los principales su patria y bu carrera 1- sus pasiones y 
rencores (en especial los surgidos en la discrepancia con Elío), su papelería nos ofrece 
invalorables posibilidades para el conocimiento histórico. De ah i el interés de una recopi- 
lación ordenada y sistemática que revelaría el desarrollo de los acontecimientos desde el 
lado contrarrevolucionario, su clima, los partidos y las divergencias en [a interpretación 
crítica seguramente parcial, pero capaz, de un protagonista de jerarquía que los vivió y 
conoció a fondo”* 

27) Montevideo, 13 de julio de 1810, en Gazeta do Buenos- Ayres, jueves 26 de julio 
de 1810, núm, 8, pp, 126-127 (edición facsímil, pp, 222-223), Joeé María Salazar en carta 
núm, 95 a Gabriel Ciscar, Montevideo, 29 de julio de 1810, le comunicaba que los compli- 


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V, — RUPTURA DE BUENOS AIRES CON MONTEVIDEO 


Nada de lo que ocurría en Montevideo, cuyas conexiones contrarrevo- 
lucionarias con el Paraguay y con Córdoba se trataba de consolidar, pasaba 
sin su debido examen en la Gazeta de Buenos-Ayres , En la “Orden del día”, 
de 13 de agosto, se pasó revista a la disidencia mantenida con las autoridades 
de Montevideo, señalando que fueron los marinos quienes desde un principio 
sostuvieron la negativa de unirse a Buenos Aires, “pero el pueblo oía todavía 
a los vecinos pacíficos y respetables, y la Junta habría quedado reconocida 
en el primer congreso, si la llegada del bergantín Filipino, no hubiese entor- 
pecido aquel acto”. Las fábulas —agrega— que entonces se difundieron, 
quedaron desmentidas antes de ocho días, sosteniendo fantásticos triunfos por 
las armas españolas que todos — expresaba — - hubieran deseado, exigiéndose 
imperiosamente a la capital el reconocimiento del Consejo de Regencia ins- 
talado en Cádiz, pero desentendiéndose de Las fundadas dudas que plantea- 
ba su legitimidad. Los hechos precipitaron la división “de la Capital porque 
no daba en tierra con el legal y prudente partido que acababa de adoptar, sin 
otra nueva causa, que exigirlo así los jefes de Montevideo”. Recuerda a con- 
tinuación el envío a dicha ciudad del secretario Juan José Paso, frustrándose 
su comisión a pesar de las gestiones realizadas. “Se le recibió con tropa antes 
de su llegada a aquel pueblo: se introdujo la desconfianza en los incautos, y 
se sorprendió a la multitud para que sofocando sus propios sentimientos, se 
dejase arrastrar ciegamente de los que daban dirección a aquel movimiento”. 
Después dé recordar la exposición que hiciera el doctor Paso, manifiesta que 
esperaba que se presentara algún contradictor que fuera capaz de sostener 
sobre la materia una discusión profunda y en cambio se oyeron “algunos gritos 
descompasados” que el comandante de Marina lanzó en la sala capitular que 
“fueron comunicados a el Pueblo por algunos oficiales del mismo cuerpo, si- 
tuados diestramente en términos de poder transmitir el eco de su jefe, y sin 
que hasta ahora se sepa cual fue particularmente el voto de los que concurrie- 
ron a la sesión. Se respondió a la Junta que Montevideo quedaba separado 
de la Capital y que cuando ésta reconociese el Supremo Consejo de Regencia, 
se trataría de la unión y términos en que se debía verificar”. A continuación 
se exponía en el escrito el orden político de dependencia que tenían los pue- 
blos con respecto a la Capital, señalando como escandalosa ilegitimidad el 


cados en La sublevación de tropas del día 12, habían sido enviados a Río de Janeiro a dis- 
posición del marqués de Caía Imjo ( Archivo General de Indias, Sevilla, Sección V f Audi, en- 
da de Buenos /tires, legajo 156), En la misma fecha, con carta número 90, le enviaba la 
relación de oficíales 3 ' cadetes de blandengues que en unión con la marina habían atacado 
it los cuerpo* sublevados (Ibid. ). Véase: Julio F, Guillen, Independencia de América , Indice 
de los papeles de expediciones de Indias, Instituto Histórico de Marina, Madrid, 1953, t. I, 
pp, 5*59). 


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acto realizado por el Cabildo de Montevideo, al que consideraba dominado 
por factores ajenos a los propios intereses del pueblo. No obstante el conflicto 
planteado, Buenos Aires conservó con Montevideo “ilesas hasta las menores 
relaciones, y distinguiendo el mandón del opresor del vecino violentamente 
oprimido, proporcionó a este todos los bienes de una franca comunicación, 
sin tomar de aquel otra venganza, que el desprecio de sus insultos y amenazas. 
Si los jefes de Montevideo no nos han merecido consideración alguna, los ha- 
bitantes de aquel pueblo han recibido de nosotros todos los obsequios de la 
más estrecha fraternidad’ 1 . Señala, después de otras reflexiones, relacionadas 
con el aspecto político que “el primer acto de hostilidad manifiesta contra 
Buenos Aires fue pedir socorro de tropas portuguesas y auxilios pecuniarios 
de la Corte del Brasil para atacamos. SÍ la circunspección del gabinete del 
Brasil no hubiese despreciado tan avanzada pretensión, ¿quién podría calcular 
hoy día los males en que se verian envueltas estas provincias?”. Tras otras 
reflexiones sobre la actitud del gobierno de Montevideo de pedir socorro a 
un país extranjero para envolver en una sangrienta guerra civil a quienes 
juraban y defendían los derechos de su monarca, indicaba que a los jefes 
realistas de Montevideo más les preocupaba la conservación de sus per- 
sonas y el disfrute del empleo que tenían que la defensa del territorio patrio. 
A continuación recuerda como una pequeña convulsión puso en manos de 
quienes gobernaban a Montevideo todas las fuerzas y sin respetar a sus jefes 
a quienes despojaron de sus grados militares y cubrieron de grillos, sin res- 
petar ni a las tropas que eran hijos del país que fueron repartidos entre otros 
cuerpos, persiguiéndose a los vecinos principales, quedando así “la marina 
dueña del pueblo y este reducido a seguir ciegamente los caprichos de sus 
jefes”. Después de referirse a la ocupación de Colonia y Mal donad o por tro- 
pas enviadas desde Montevideo, atentado que la Junta no podía mirar con 
indiferencia por ^ cuanto se ocupaba parte del territorio de la Capital, se indi- 
caba que la Junta había resuelto, después de maduro examen de los hechos, 
romper toda clase de comunicaciones “mercantil, epistolar, y de cualquier 
otra clase de las que hasta aquí han ligado a Montevideo con esta Capital”. 
Tras dicha exposición, se agregó el articulado relacionado con la ruptura entre 
ambos gobiernos; “1. Queda desde el día cortada toda correspondencia y co- 
municación con Montevideo y territorio de su dependencia. 2. Ninguna per- 
sona podrá pasar a aquel Territorio, ni escribir cartas, o sostener otro género 
de comunicación. 3. Queda especialmente cortada toda correspondencia mer- 
cantil entre ambos Pueblos. 4, Los buques nacionales surtos en aquel Puerto, 
que deban conducir caudales o frutos a nuestra Península, deberán pasar a 
la Ensenada, donde lo podrán verificar libremente, 5. Lo mismo deberán prac- 
ticar los buques nacionales, que quisieran introducir sus cargamentos, sin que 
por ningún título se abonen derechos pagados en Montevideo. 6. Toda per- 
sona estante o habitante de Montevideo o su territorio, que quiera establecerse 



en la Capital o sus dependencias, será recibida favorablemente, y consultado 
su aumento por una decidida protección del Gobierno. 7. Siendo verosímil, 
que lleguen muchas de España de las que han emigrado de las Provincias 
ocupadas con el enemigo, se les incita con sinceridad y ternura a que pasen 
a el territorio de Ja Capital, donde recibirán una fraternal acogida, y experi- 
mentarán el carácter generoso de los americanos, y el dulce placer con que 
estos pararán las comodidades de su suelo, con unos hermanos amados, a 
quienes la desgracia hace doblemente recomendables. 0. El Gobierno garan- 
tiza esta estrecha unión y amistad con nuestros hermanos los europeos, y su 
protección se extenderá a designarles terrenos fértiles para su cultivo, auxilios 
para que se provean de casa, anticipaciones de primeras labores, y un ejer- 
cicio lucrativo de sus respectivas carreras, artes y profesiones. Buenos Aires, 
13 de agosto de 181Ü’\ Firman Comelio Saavedra en su carácter de presi- 
dente y el doctor Mariano Moreno como secretario ( 28 )* 

El gobierna de Buenos Aires ante los acontecimientos que denunciaba, 
trató de aislar a Montevideo para dominar la situación planteada por los 
jefes españoles, que protegidos por la marina eran dueños del Río de la 
Plata y sus afluentes al tener en su poder los navios de guerra de estación 
cu el estuario. 

VI. — MISION DEL CAPITAN DE FRAGATA 
JOSE PRIMO DE RIVERA 

El comandante militar de Montevideo, Joaquín de Soria, intentó, aun- 
que estérilmente, de iniciar relaciones con las autoridades de Buenos Aíres, 
usando para ello de una mócente argucia que fracasó en la práctica. Envió 
como emisario al capitán de fragata José Primo de Rivera, quien se presentó 
frente a Buenos Aires, a bordo del lugre San Carlos , el l 9 de agosto. “El apa- 
rato con que se preparó — expresa la Gazeta ée Buenos-Ayres— indicaba un 
enviado del Supremo Consejo de Regencia, que preocupado con las impos- 
turas que se fraguan diariamente en Montevideo contra Buenos Aires, temía 
insultos, y procuraba asegurar el decoro de su comisión por una expresa ga- 
rantía de este gobierno' 1 . Ante un pedido de tal naturaleza la Junta, por oficio 
del 12 de agosto, lo invitó a desembarca^ si poseía “credenciales del Supremo 
Consejo de Regencia, u órdenes directas del mismo para la comisión que afirma 
estarle encargada, cerca dei Superior Gobierno' AJ contestar al siguiente día 
— 13 de agosto — aclaró Primo de Rivera que no traía “más credencial de 
las del gobierno de Montevideo, pues S.M. el Conseje Supremo de Regencia 
en nombre del Sr. D. Femando VII no necesita dármelas para comunicar 


28) Orden del Día, en Gazeta de Buenos- Ayeres, jueves 16 Je agosto cíe 1810, uúin* 11, 
pp. 169'178 (edición facsímil ,pp, 291-303). 


— 2Ü — 



sus órdenes e instrucciones a sus vasallos. Estoy encargado, sí, verbalmente por 
S.M* de dar una idea exacta del estado en que se halla, así como el militar 
y el político de la península española al Gobierno Superior de estas Provin- 
cias, para lo que no necesito otra credencial, que el despacho de mi empleo, 
la posesión del mando que tengo y aún mi persona misma bien conocida de 
V.E.; y como hallo dividido dicho Gobierno, reasumiendo V, E, el de esa 
Capital, es que le pido el permiso para bajar a tierra a desempeñar mi comi- 
sión con la garantía que expliqué en mi citado oficio, y en el concepto expre- 
sado”. En la misma fecha - — 13 de agoste — contestó la Junta en un extenso 
oficio, comentando el contenido del que fuera enviado por el capitán de 
fragata Primo de Rivera, Entre otras cosas, ese escrito aclaraba que “Jamás 
el Gobierno Soberano de España ha comunicado órdenes verbales a las Amé- 
ricas, y que nada habría más peligroso ni contrario a las leyes que admitirlas 
sin otra garantía que la palabra de un solo individuo. Los despachos de un 
oficial de marina, no tienen conexión alguna con el particular encargo de 
conducir verbalmente a países tan distantes, órdenes de una importancia tras- 
cendental a los derechos de la Soberanía: el empleo de Vmd* tiene limitadas 
todas sus relaciones al mando de su buque; y su persona (aunque muy a pre- 
ciable) no forma en sus cualidades individuales un conducto legítimo para 
semejantes órdenes'’. Después de otras consideraciones en tomo a su comisión, 
se le expresaba que si traía órdenes escritas de] Consejo de Regencia o cre- 
dencial del mismo en el que constare que estaba autorizado a comunicar a las 
autoridades instrucciones verbales, podía en ese caso desembarcar a cumplir 
con su comisión 4 ‘pero en caso distinto debe dar por concluido el negocio y 
enteramente cortada toda nueva contestación”. Primo de Rivera no se amilanó 
ante expresiones tan claras y precisas y el 14 de agosto, vestido de toda gala 
it presentó en el salón principal de la fortaleza de Buenos Aires, acompa- 
ñado del sargento mayor de la plaza, Marcos Bal caree, donde fue recibido 
por el secretario de la Junta, doctor Mariano Moreno, La entrevista fue pro- 
tocolizada por el escribano José Ramón Basalvilbaso, Consta en ella que Mo- 
reno manifestó que en el último oficio que se le había cursado, se le hacía 
constar que si no traía órdenes escritas del Consejo de Regencia, quedaba 
terminada su comisión, para agregar enseguida: *'ha bajado usted a tierra, 
y presentado al gobierno, no manifiesta más órdenes que este pliego abierto y 
con actuaciones obradas en Montevideo, La Junta cree, que el Supremo Con- 
sejo de Regencia entregaría a Vd. cerrado el pliego, que ahora aparece 
abierto, = Sí señor, repuso don Primo; cerrado se me entrego, = Cree tam- 
bién la Junta, añadió el secretario, que el conductor de un pliego cerrado 
para el gobierno superior de una provincia no tiene facultad para abrirlo, '= 
Es verdad repuso D, Primo, y nunca me habría atrevido a abrirlo, sino que — 
Muy señor mío, continuó el secretario, si su comisión de Vd. era entregar 
este pliego, queda recibido en la forma que se ha presentado; y aunque Vd. 


21 — 




LAMINA KXIV 

MONTEVIDEO - LA CIUD ADELA 

Esta importante obra militar era una sólida, fortaleza de tipo “Vauban 1 *, proyeo 
tada por el Iflg. Diego Cardozo y ¡construida entre los afios 1742 y 1780* Sus 
gruesos muros de granito tenían seis metros de espesor por diez de altura. La plaza 
de armas central, era cuadrada y tenía algo menos de 80 metros de lado* En 
1838 sé le derribaron los bastiones angulares "y él núcleo principal fue destinado 
a mercado público. En el afio 1675 fue enteramente demolida para ensanchar la 
plaza independencia. Hoy sólo queda de ella lá portada principal, que ha sido 
trasladada dé la Universidad del Trabajo a la Plaza Independa* La “maquette”, 
conservada 'en el Museo Municipal y que se reproduce es obra del historiador y 
arqueólogo Alberto Gómez Ruano y se la considera un trabajo prolijo y exacto* 



no está comprendido en la garantía condicional, que le ofreció la Junta, por 
consideración a su persona y a la moderación y generosidad del nuevo go- 
bierno, esta Vd. expedito para reembarcarse ahora mismo. D. Primo sacó 
entonces un pliego cerrado rotulado para la Junta, y dijo: este pliego remite 
para la Excma, Junta el gobierno de Montevideo; y el secretario contestó: 
La Junta no admite pliegos, ni sostiene relaciones con un gobierno refractario, 
que ha roto escandalosamente los vínculos de dependencia a la capital, ultrajado 
la autoridad superior, a que por Ley constitucional del Estado debe reco- 
nocerse sujeto’’. Ante una respuesta tan terminante Primo de Rivera se guardó 
el pliego y después de expresar ofrecimientos de amable cortesía, se despidió 
del doctor Moreno para ir a embarcarse, después de fracasar en su ingenua 
intentona. Al comentar este hecho, la Gazeta de Buenos- Ayres refiere que el 
capitán de fragata José Primo de Rivera trató de entrar en conversación con 
el presidente de la Junta, don Comelio de Saavedra, pero éste “se negó a toda 
contestación distinta a las atenciones que exige ía urbanidad, entre personas 
de su rango”* Por ese comentario sabemos que el pliego que presentó el 
marino era el duplicado del oficio dirigido por el marqués de las Hormazas 
al virrey de Buenos Aires, datada en la isla de León, el 8 de febrero, acom- 
pañado de un impreso relacionado con la instalación del Consejo de Regencia. 
Agrega la información: “El pliego venía abierto, y en su reverso traía una 
nota puesta por el escribano Cavia de orden verbal del gobernador de Mon- 
tevideo en 6 de agosto” ( 2e ). Con el fantasma del Consejo de Regencia, que 
no reconocería jamás el gobierna de Buenos Aires por considerarlo ilegítimo 
en su origen, se trataba con argucias de doblegar un movimiento con fines 
decididos, puestos en marcha, cuyos gloriosos pendones no se abatirían jamás, 
frente a cualquier intento que se hiciera. 

VIL — NAVIOS INGLESES EN EL RIO DE LA PLATA 

Bloqueado el Río de la Plata por la armadilía española de Montevideo, 
urgía contrarrestar esa acción. La carencia de naves que pudieran combatir 
con las embarcaciones realistas fue uno de los problemas más serios que tuvo 
que afrontar la Revolución, Aunque sólo fuera por corto tiempo, contaron a 
su favor los realistas de Montevideo con la tolerancia dd marino inglés Ro- 
berto Elliott, comandante de la Porcupine , que con su actitud contrariaba la 
política seguida por sus compatriotas. La Junta de Buenos .Aires, deseosa de 
aclarar esa delicada situación, dirigió en 24 de agosto un extenso oficio al 
capitán Elliott, en donde le expresaba las satisfacciones que por su instalación 
había recibido del ministro inglés en Río de Janeiro, señalándole - — a la vez — 


29) Gazeta de Buenos- Ayres r jueves 16 «Je agosto de 1810, tiiím. 11 A pp, 180’ 186 (edición 
fac&ímil, pp. SOSCOS 1 ! , 


23 — 



la actitud seguida por Montevideo insubordinada contra la capital Cuando 
esperaba del referido marino una posición concordante con las expresadas* 
adviene — le decía — que se identifica con los propósitos del gobierno de 
Montevideo que declaraba en estado de bloqueo al puerto de Buenos Aires* 
“La Junta estaba persuadida que un buque de guerra de S*M*B. no podía 
tener otro objeto en el Río de la Plata que proteger el comercio inglés en las 
nuevas relaciones a que ha franqueado esta capital en este concepto reclamó 
de V*S* verbalmente una oposición vigorosa a las medidas hostiles, que to- 
maba Montevideo contra el comercio de los ingleses en las provincias depen- 
dientes de Buenos Aires* La declaración de bloqueo es actc\ que no puede 
emanar sino de un poder soberano: solamente una potencia reconocida puede 
declarar bloqueada una provincia que no depende de ella”, Razonabla expo- 
sición que demuestra como el marino inglés contrariaba Tos beneficios otorgados 
a los comerciantes de su país, para operar en las provincias del Río de la 
Plata ( 30 )* El capitán Elliott contestó al oficio de )a Junta, desde a bordo 
de su nave anclada en Buenos Aires, a 7 de septiembre* En su escrito, en el que 
decía que las razones expuestas no eran suficientes para hacerla variar de 
opinión, proseguía diciendo que “A mí llegada a aquella ciudad me hallé 
incitado por el gobernador y d comandante de marina* a tomar una parte 
activa en el bloqueo de este pueblo, y en caso de no acomodarme a esto, a 
retirar mis fuerzas, y a pe rmí ti r a la marina española que llevase a efecto el 
bloqueo, dejando al mismo tiempo abierto el puerto de Montevideo de un 
modo ventajoso al comercio británico'*. Después de otras reflexiones reía- 
cí añadas con la actitud que había asumido, expresaba el comandante Elliott 
la resolución que había tomado con respecto a los navios mercantes que 
arribasen al Río de la Plata, los que debían ir a descargar al puerto de 
Maldonado para ponerse a las órdenes del comandante británico que estuviese, 
de estación o levantar andas con otro destino, hasta la ulterior resolución 
que tomara el jefe de la armada de su nación de estación en la costa del 
Brasil “o hasta que las desavenencias entre las ciudades de Buenos Aíres y 
Montevideo se hayan ajustado, con tal que ninguna de las dos ciudades 
cause una interrupción en mi neutralidad'* ( 31 ). 

AI siguiente día de fecharse el escrito del capitán Elliott - — 8 de sep- 
tiembre — le contestó la Junta, diciendo en su oficio, después de glosar las 
disposiciones que aquel expidiera: “La positiva contradicción que se advierte 
entre esta conducta, y la que guarda el ministro de S,M*B* residente en el 
Brasil en sus oficios a la Junta, dejan a ésta indecisa, sin poder conciliar la 
sinceridad de aquellas ofertas con la legalidad del procedimiento que Vd. ha 


30) Caseta de Buenos* Ayres, Jueves 13 de setiembre de 1810, núm, 15, pp. 236-240 
íedición facsímil, pp, 386-390). 

31 ) Caseto de Buenoa-Áyres, jueves 20 de septiembre de 1810> núm. 16, pp. 253-255 
(edición facsímil, pp, 415417)* 


24 — 



adoptado. La Junta no otorgar su consentimiento a una medida, cuyos resul- 
tados podrán ser algún día desagradables, pues siendo Vd. sólo el autor de 
la interrupción que el comercio inglés va a sufrir, Vd. solo responderá a su 
nación de los sucesivos embarazos, que serán indispensables para reponer 
íntegramente las relaciones mercantiles, que la Junta se había empeñado en 
cimentar bajo los principios más liberales' 3 ( 32 ). 

En la Gazeta de Buenm-Ayres, además de publicarse los oficios intercam- 
biados entre la Junta y el capitán Elliott, se reprodujo un extenso comentario 
que se debe a la pluma de Mariano Moreno, en donde tras de exponer la 
impresión producida a los habitantes de Buenos Aires por la actitud asumida 
por el marino inglés, hacía suponer que éste “obraba en virtud de instrucciones 
secretas, que le hubiesen prefijado aquella conducta, y recelando que hubiese 
un empeño oculto en fomentar la división de estas provincias 33 , Más adelante, 
señalaba que “¡a conducta del capitán Elliott es indisculpable; y en todo el 
mundo se oiría con escándalo que un oficial de S.M.B, rompa las poderosas 
relaciones que el comercio de su nación había entablado en el Río de la 
Plata, sin otro principio, que la intimación de un gobierno subalterno refrac- 
tario del orden público, y que no puede alegar título alguno, que lo arme de 
representación legítima, para declarar un bloqueo: pero seria una temeridad 
derivar este procedimiento de otro origen, que del sistema personal que se 
propuso este oficial desde su arribo a estas regiones. Una adhesión anticipada 
a Montevideo, y la íntima unión con un comerciante inglés residente en aquel 
pueblo, (y a quien la Junta acaba de arrojar de su territorio) serán quizá el 
principio de unas resoluciones, que en la extremada imparcialidad, que afec- 
tan infieren un quebranto irreparable a el comercio de su nación 39 . Había 
que desterrar — escribía Moreno— cualquier prevención contra los ingleses, 
dividiendo la conducta extraña de un oficial, de los sentimientos generosos 
manifestados en esa ocasión por los comerciantes ingleses. Posiblemente el ca- 
pitán Elliott trataría después de disculparse (t con ficciones iguales a las de 
Popham, cuando avisó a su corte, que lo habíamos atacado con cañones de 
a 24 sobre los templos- Los honrados comerciantes y aún algunos oficiales 
dependientes del mismo capitán Elliott, han execrado su conducta, han cla- 
mado contra él, y han dirigido enérgicas reclam aciones a su gobierno' 1 . Más 
adelante consideraba el doctor Moreno que era un deber del gobierno diri- 
girse al pueblo para que depusiera cualquier actitud contra los ingleses pero 
aplaudiendo el celo demostrado en esa ocasión ( pa ). 

La posición asumida por el capitán Elliott, llevó a la Junta de Buenos 


32) Ibid ,, p. 255 (edición facsímil, p. 417). 

33) Ibid pp, 245*253 (edición facsímil, pp. 407415). Con carta número 149 de José 
María Salazar a Gabriel Ciscar, Montevideo, 12 de septiembre de 1810, le remitía copia de 
los oficios cambiados con el jefe inglés sobre el bloqueo de Buenos Aires, Archivo Genero/ 
de Indias, Sección IX, Estado y legajo 79. 


— 25 — 



Aires a dirigir un oficio al ministro de Inglaterra en Río de Janeiro* lord 
Strangford, en 9 de septiembre, llamándole la atención sobre su extraña acti- 
tud y manifestando que dicho oficial había tomado un concitable interés por 
la conducta seguida por las autoridades de Montevideo, sacrificando con ese 
proceder el comercio de su nación, A la vez pedía que dicho marino fuera 
removido de su destino en el Río de la Plata ( 34 ). 

Al contestar Lord Strangford a la Junta, le daba excusas sobre la actitud 
del capitán Elliott y le expresaba que ningún oficial de la marina inglesa había 
recibido órdenes de su almirante en jefe para "cooperar al bloqueo de la 
Capital” que las autoridades de Montevideo habían decretado y que de inme- 
diato daba traslado a su Corte lo ocurrido para que se tomara la debida me- 
dida. Entre tanto había ordenado que el capitán Elliott fuese reemplazado ( 3o ). 
En su lugar fue enviado el capitán Roberto Ramsay, al mando de la escuna 
Mutletoe . Al entrar en contacto la Junta con este jefe, comunicó su satisfac- 
ción a lord Strangford por los procedimientos seguidos por el mismo, que 
desvirtuó la mala impresión dejada por su antecesor, alzando de inmediato 
el bloqueo y restituyendo a las embarcaciones inglesas la libertad de que se 
les había privado de arribar a Buenos Aires u otros puertos de su jurisdic- 
ción ( 3e ). 

Al comentar el periódico oficial de la Revolución el resultado del entre- 
dicho, manifestaba: “La llegada de la escuna Misüet&e de SM.B, ha puesto 
término a la expectación con que esperaba el resultado de la diferencia del 
capitán Elliott al bloqueo de este puerto”. Con ello — expresaba— se habían 
desvanecido las aprensiones de quienes creían qu era ejecutor dicho capitán 
de órdenes secretas. Garepa de toda ciase de atribuciones para tratar de 
cuestiones políticas y con su actitud había comprometido y humillado a su 
pabellón y la interrupción, gravosa por cierto, del comercio de sus compa- 
triotas ( 37 )* 

El arribo a Montevideo del almirante inglés Juan De Courcy fue calu- 
rosamente celebrado por el gobierno de Buenos Aires, que designó para que 
fuera a saludarlo al coronel Florencio Terrada, que embarcó en la escurría 
MistUtov, intercambiándose entre ambos personajes cordiales salutaciones. Por 


34) Archivo General de la Nacíón, Correspondencia de lord Strangford y de la esta* 
ción naval británica en el Río de la Plata con el gobierno de Buenos Aire&+ 1810-1822, Bue- 
nos Aires, 1941, pp. 34-38, Con anterioridad, en 26 de agosto, la Junta había expresado a 
lord Strangford la actitud asumida por elcapítán Elliott. Ibid pp. 3841. 

35) Oficio de lord Strangford a la Junta de Bueno# Aires, 1* de octubre de 1810, Ibid. 
pp. 41-42; y en Gazeia Extraordinaria de Buenos-AyreSj lunes, 15 de octubre de 1810, pági- 
nas 1041 (edición facsímil, pp. 506-507). 

36) Respuesta de la Junta. Borrador, sin fecha, en Archivo General de la Nación, 
Correspondencia de lord Strangford , p. 43, 

37) Qaxeta Extraordinaria de Buenos-Ayres, lunes 15 de octubre de 1810, p. 9 (edición 
facsímil, p, 505), 


— 26 ' — 



razones de enfermedad o por conveniencias políticas, no pudo el almirante 
trasladarse a Buenos Aires, en donde se le había preparado alojamiento en 
el Fuerte* Al delegado del gobierno de dicha ciudad, se le hicieron todos 
"loa honores debidos a su investidura que resultaron los primeros rendidos 
— escribió Héctor Raúl Ratto — a un miembro del gobierno de Buenos 
Aires” (* 8 ), 

La información suministrada por la Gazeta de Buenos-Ayres fue refutada 
por su colega de Montevideo, iniciando ésta su comentario con las siguientes 
palabras: “Nada prueba tanto el estado de desesperación de la Junta de 
Buenos Aires al ver malogrados los proyectos de su pretendida independencia, 
como las groseras imposturas que contiene su gazeta extraordinaria del mar- 
tes trece del comente”. A continuación relataba la entrevista que el gober- 
nador de la plaza, a quien acompañaba el comandante de marina, tuviera 
con el almirante De Courcy a bordo del navio FoudroyanU “El contraalmi- 
rante con la mayor moderación confesó la justicia de las solicitudes de nues- 
tro gobernador, la necesidad de restablecer el orden, y el carácter de infidencia 
de la conducta de la Junta de Buenos Aires, pero no pudiendo hacer la 
menor hostilidad, ni suspender la protección del comercio de su nación en 
estos puntos sin expresas órdenes de su gobierno, esperaba éstas por momen- 
tos para sostener enérgicamente la causa de la nación española”. Negaba en- 
fáticamente que el coronel Florencio Terra da hubiera sido recibido con los 
honores señalados en la Gazeta de Buenos- Ayr es y en cuanto a la conducta 
del capitán Roberto Ramsay, elogiada en el referido periódico, no la consi- 
deraba digna de ser impugnada, llenando la redacción del escrito con pala- 
bras que no condecían con la actitud asumida por los ingleses ( 3Í> ). 

Cuando el capitán Ramsay fue enviado a otro destino, el Cabildo de 
Buenos Aires le remitió un oficio, en el que dejaba constancia con expresiones 
de gratitud, de su actuación en el Río de la Plata, “La perfecta neutralidad 
—decía la corporación — que V, ha observado en punto a las diferencias 
políticas con el pueblo de Montevideo, es el crisol que purificará y hará 
brillar en todo tiempo el pulso, y prudencia que le son característicos. V, ha 
sabido hacer conciliables aquellos justos respetos con la más amistosa armo- 
nía, y decorosa correspondencia”. Al responder el marino a ese escrito, agra- 
deció al Cabildo los términos en que se hallaba redactado, pero significaba 
que para él era mucho más importante “la hospitalidad decidida y particu- 


38) Gaveta Extraordinaria de Bueno$-Ayre$, martes 13 de noviembre de 1810, pp. 10-12 
(edición facsímil, pp, 608-610); y Héctor R* Ratto, Historia de Brotan? prólogo de Abel 
Chaneton, Buenos Airea, Biblioteca de la Sociedad de Historia Argentina, 1939, t. I, pá- 
ginas 16-21* 

39) Gazeta Extraordinaria de Montevideo, jueves 22 de noviembre de 1810, núirc 1, 
pp. 6-8 (edición facsímil, pp, 76-78)* 


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lar, la atención y bondad franqueada a los negociante? británicos residentes 
bajo la protección de las leyes de este país” ( 4Q ), 

Al siguiente mes, el entonces comandante de la s fuerzas británicas* Ro- 
berto Elliott, hallándose a bordo del Porcupin ?, dirigió, en 12 de febrero de 
1811, a los comerciantes británicos residentes en Buenos Aires una carta en 
la que les comunicaba que el virrey Elío le había informado su intención de 
bloquear rigurosamente la ciudad y costa de Buenos Aires y que le había 
pedido que todos los navios de comercio de bandera inglesa se retirasen a los 
puertos de Montevideo o Maldonado. Agregaba que como no había accedido 
a esa pretensión, le había manifestado que estaba resuelto “a servirse de las 
autoridades que las Leyes y el Rey le han con fiado’* . En vista de lo cual les 
prevenía que tomasen las medidas convenientes a sus propios intereses, guar- 
dando la más estricta neutralidad, asegurándoles que contarían con todo el 
auxilio que estaba en su poden 

Ante las amenazas últimas de Elío, cedió Elliott, comunicando en 2 de 
marzo a los comerciantes de su nación residentes en Buenos Aires que asumiría 
la más rigurosa neutralidad* Ante esta actitud, que favorecía ios fines de 
Elío, por oficio del 6 de marzo la Junta se dirigió al almirante De Courcy, 
recordándole su queja anterior contra aquel marino y señalando su reinciden- 
cia en esa nueva emergencia, acatando el bloqueo que quería imponerse a 
los navios ingleses, aunque adaraba '‘no ha reconocido esta vez el nuevo blo- 
queo en todo el rigor de principios que caracteriza este género de hostilidad”* 
La queja del gobierno de Buenos Aires alarmó a lord Strangford, pero otros 
problemas que se plantearon entonces derivaron hacia otros asuntos la aten- 
ción, en momentos en que se hallaba en plena insurrección la Banda Oriental ( 41 ) , 


40) Oficia del Excmo, Cabildo at Sr * Comandante Británico , Buenos Aires, 10 de enero 
de 1511; y Contestación, a bordo de ln goleta Mistletoe , 12 de enero de 1811, en Gazeta de 
Bítenos Ayres, jueves 7 de febrero de 1811, núm* 35, pp. 545-547 (edición facsímil, pp* 97*99), 
El bloqueo de Buenos Aires tuvo su derivación en Hío de Janeiro, donde el ministro espa- 
ñol, marqués de Casa Jrujo, pidió ta colaboración de su colega inglés, lord Strangford e 
incluso del gobierno portugués Tal actitud indignó al representante de Inglaterra, que lo 
impidió con energía estando dispuesto a usar de la fuerza. Cfr. r J. M, Rubio, La Infanta 
Carlota Joaquina y la política de España en América (1808*1812) Madrid, 1920, pp* 117*124. 

41) Gazeta de Buenos-Ay'ret* juevea 21 de febrero de 1811, núm* 37, p, 569 (edición 
facsímil, p* 141), Véase Johtí Street, La influencia británica en la independencia de las 
Provincias del Rio de la Piula , con especial referencia al periodo comprendido entre 1806 
y 1816, en Retuata Histórico* publicación del Museo Histórico Nacional* Montevideo, 1954, 
tomo XXII* pp, 17*41. Oficio de la Junta al almirante Juan De Conrty, BuenoB Aíres, 6 do 
marzo de 1811 (Ah chivo General de la Nación, Correspondencia de Lord Strangford , pp, 
308-312), Las inMruceione& dadas por Elío al comandante del bloqueo, Montevideo, 4 de 
marzo de 1511* y las que expidió Salazar completándolas, Montevideo, 7 de marzo de 1811, 
en Hubiv, La Infanta Carlota Joaquina, pp, 253-255, 


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VIII. — ARRIBO DE GASPAR DE VIGODET 


El 7 de octubre de 1810 arribaba a Montevideo, procedente de Cádiz, 
la corbeta española de guerra El Diamante, llevando entre sus pasajeros al 
mariscal de campo Gaspar de Vigodet, que por título expedido el 5 de 
agosto, había sido designado gobernador militar y político de dicha ptaza, 

Eí Cabildo de la muy fiel y reconquistadora ciudad de San Felipe y San- 
tiago de Montevideo recibió en sesión del 9 de octubre al nuevo mandatario, 
que hizo constar haber prestado juramento de práctica ante el capitán gene- 
ral de Cádiz al día siguiente de habérsele expedido el título ( 42 )» Mientras 
iba de viaje Vigodet hacia su destino, con fecha 31 de ese propio mes, o 
sea veintiún días más tarde, era designado virrey del Río de la Plata, Fran- 
cisco Javier de Elío, que por razón de las circunstancias, debía fijar su sede 
también en Montevideo, que convirtió en la capital de su mando. 

La presencia en Montevideo de S alazar, Vigodet y Elío, que no coinci- 
dirían en la forma de plantear sus problemas, los llevaría a discrepar entre si, 
favoreciendo con sus actitudes la marcha de la revolución. 


IX, — “EL IMPORTANTE DON DE UNA IMPRENTA" 

Rotas las relaciones de subordinación del gobierno de Montevideo con 
la Junta de Buenos Aires, la propaganda de los nuevos principios a través de 
su Argano, la G azeta de Buenos- Ayres, se expandirían por la campaña uru- 
guaya. La lectura y el comentario a los escritos se difundirían a través de las 
villas, pueblos y parroquias. Para contrarrestar la acción de Buenos Aires, las 
autoridades de Montevideo proyectaron obtener una máquina impresora para 
publicar toda suerte de impresos que fueran contrarios a los que se editaban 
en la Capital. 

En el mismo mes en que apareció Ja G azeta de Buenos- Ayr es , en carta 
que José María S alazar dirigió a su superior, Gabriel de Ciscar, y que lleva 
fecha 22 de junio de 1810, le manifestaba que entre las cosas más necesa- 
rias para Montevideo en esas circuntancias, estaba precisamente una máquina 
impresora, porque, arguía, la que existía en Buenos Aires sólo estampaba 
aquellos papeles españoles o extranjeros que convenían a sus fines y que él 
consideraba contrarios a la buena causa. Estimaba la influencia que podía 
ejercer ese modo de pensar en la,s provincias interiores del Río de la Plata, 
dando a conocer todo lo relacionado con la Regencia y cuanto se habría 


42) Revista del Archivo General Administrativo , I, noveno, pp. 446*447. Con carta nú- 
mero 170 comunicaba José María Saladar al Secretario de Estado, Montevideo, 15 de octubre 
de 1810, la llegada del gobernador Gaspar de Vigodet, Archivo General de Indias > Sevilla , 
Sección IX, Estado t legajo 79. 1 


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obrado en Montevideo^ evitando de ese modo que en otros lugares Euera reco- 
nocida la Junta de Buenos Aires [ n ). 

Tal aspiración fue satisfecha, no por cierto por las autoridades españolas, 
sino por la infanta Carlota Joaquina —cuyos sueños de coronarse en el Plata 
se acrecentaban cada vez más. El Cabildo de Montevideo, en sesión que cele- 
bró en 24 de septiembre de 1810, hizo constar haber llegado a Montevideo 
la imprenta enviada por la hermana de Femando VII, con el propósito "de 
fijar la verdadera opinión de los pueblos de este continente", dando a conocer 
también las noticias que se recibieran de España con su verdadero "estado 
político que había tratado de desfigurar la Junta revolucionaria de Buenos 
Aires, para prevenir los ánimos a la ejecución de sus proyectes de indepen- 
dencia”. Quiete decir que quienes actuaban en Montevideo en defensa de 
los derechos del rey Femando, no tenían la menor duda sobre los fines de la 
Junta Gubernativa de Rueños Aires, al hacerlos constar con tanta claridad 
en el acta de la sesión a la que nos venimos refiriendo. En esa misma opor- 
tunidad se mandó que se pusiese la máquina de imprimir en condiciones de 
funcionar, con el fin de estampar un periódico semanal de precio moderada, 
para proporcionar su lectura a toda clase de personas i 44 ). 

En cuanto el infatigable comandante át marina, José María Salazaiv 
tomó conocimiento de la llegada de la máquina impresora, dió noticia de 
ello a las autoridades peninsulares, en una carta en a la que expresaba que el 
día 24 de septiembre en un bergantín procedente de Río de Janeiro se había 
recibido “el importante don de una imprenta* 9 ( 40 ). 

Cortadas oficialmente las relaciones con las autoridades patriotas de Buenos 
Aíres, eso no impedía la circulación de noticias de toda índole entre los habi- 
tantes de una y otra bandas del Plata, 

La revolución marchaba en pos de sus principios y sus ejércitos seguían 
los caminos del Alto Peni y del Paraguay para difundirlos entre los nativos, 
principios dios de les que también participarían muchos peninsulares, que 
na eran ajenos al sentido progresista de la revolución, 

"La Carlota' ó como se denominó a la imprenta que iba a funcionar 
en el baluarte contrarrevolucionario de Montevideo — -donde por el poder de 


43) Carta de José M t Solazar a Gabriel de Ciscar, Montevideo, 22 de juiiiv de 1010. 
Original íFiplitudo cu Archivo General de Indias, Sevilla, reproducid? en José Torre Rí> 
vello, Contribución a la historia y bibliografía de lo. imprenta en Montevideo, Bueno» Airea, 
Facultad de Filosofía y Letra», pub) i cationes del Instituto de Investigaciones Históricas, 
número XXXI, 1926, pp. «5-7. 

44) fiet;¿jía del Archivo General Administrativo, lomo noveno, pp. 444445, Véase la 
documentación que tobre e) asante reproduce Dardo Estrada, Historia y bibliografía de la 
imprenta ír Montevideo, Montevideo, 1912, pp, 9-1 Ú. Cfr,¡ Capítulo VIH, Proyecto de Co- 
ronación, en la otra do J. M. Rubio» La Infanta Carlota Joaquina pp, 52-63. 

45) Cari* número 156 de J osó Mari* Solazar al Ministerio de Estado y Marino* Mon- 
tevideo, 25 de septiembre de 1S10, Original ir [plica do en Archivo General de Indias, Sevilla, 
reproducido en Toree Revello, Contribución a la historia y bibliografía de 1 a imprenta en 
Moni evidtfó, civ, pp. 'Mk 


— 30 — 



la fuerza se mantenía la cohesión de sus habitantes, aunque no de sus prin- 
cipios — pronto lanzaría su hoja de combate parangonando en su título al 
periódico de Mariano Moreno, Con la denominación de G a zeta de Monte- 
video, lanzó su Prospecto el 8 de octubre, en el que definía su posición en la 
emergencia: “La energía — expresaba en nombre de la ciudad — con que 
sostiene la causa de 'los derechos sagrados de su legítimo soberano el señor 
Don Femando VII, y el carácter de su dignidad desde la época desgraciada 
de las conmociones populares de Buenos-Ayres, le ha adquirido el aprecio de 
la Corte del Brasil 5 \ A continuación señalaba la procedencia de la máquina 
impresora, en los siguientes términos: “La serenísima señora nuestra Infanta 
D, Carlota Joaquina interesada en la conserv ación de los dominios de su 
augusto hermano, y en las glorias de este Pueblo, ha tenido la generosidad 
de proporcionamos una Imprenta, para que haga publica su conducta fiel 
y generosa 55 . Seguidamente anunciaba su aparición los días jueves de cada 
semana — el mismo día en que lo hacía su homónima de Buenos Aires, En 
sus planas recogería “las noticias de España y del Reino, reales órdenes, edic- 
tos, proclamas, algunos discursos políticos y cuanto pueda inte re a r a los ver- 
daderos patriotas 55 . Más adelante se anunciaba que se insertarían todos los 
papeles “que se dirijan al director de la Imprenta D. Nicolás de Herrera”. 
Tales fines, argüía, eran los móviles que guiaban al gobierno a editar el pe- 
riódico, reuniendo cuanto pudiera interesar hasta conseguir el restablecimiento 
de la tranquilidad en toda la jurisdicción virreinal ( 46 ), 

En el primer número de la Gazeta de Montevideo, que apareció el 13 de 
octubre se reprodujo la carta que la infanta Carlota dirigió a las autoridades 
de Montevideo, comunicándoles el envío de la imprenta y a continuación la 
respuesta del Cabildo, avisando su recibo* En este documento decían los ediles 
que con la máquina impresora cimentarían “la opinión pública sobre sus 
verdaderas bases descubriendo las maquinaciones artificiosas con que la Junta 
de Buenos Aires pretende alucinar los pueblos para apagar el fuego santo del 
patriotismo y desviarlos de la carrera de sus deberes 55 ( 4T ). Palabras vacías, 
sin influjo alguno en espíritus avezados en la lectura de doctrinas y por igual 
sin influencia entre las masas iletradas que amaban la libertad como un don 
natural. 

La Gazeta dp Montevideo en su tercer número, iniciaba la inserción de 
las Observaciones en respuesta a las publicadas en la Gazeta de Buenos- Ayr es 
sobre la Proclama del Excelentísimo señor Marqués de Gasa Y rujo, que se 
había publicado en el periódico de la ciudad vecina, a partir del 19 de 


46) Gazeta de Montevideo, volumen primero, 1B10, octubre-diciembre» en Biblioteca de 
Libros Raros Americanos , Universidad de la República, Facultad de Humanidades t Cien- 
cias, Instituto de Investigaciones Histéricas, Montevideo, 194B» (edición fiuimil), pp, 3-4. 

47) Gazeta de Montevideo, jueves 13 de octubre de 1810, pp. [l-2J t (edición facsímil, 
paginas 7-8). 


✓ 


— 31 — 



julio ( 4B ), En el numero de esa fecha, la Gazeta de Buenos-Ayrés publicaba 
el comentario a U proclama impresa por el marqués de Casa trujo, ministro 
español en Río de Janeiro, y dirigida a los habitantes españoles de la Amé- 
rica Meridional, tendiente a restituir en el mando de la s Provincias del Río 
de la Plata al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, Era autor del comentario 
el doctor Mariano Moreno y en ¿1 replicaba con energía el contenido de la 
referida proclama (**), 

Ocurre en la Gczeta de Montevideo la novedad de cambiar de editor al 
iniciarse el mes de noviembre, Nicolás de Herrera es sustituido por Mateo 
de la Portilla y Quadra, abogado de los reales consejos y de la Audiencia de 
Lima ( 50 ). No por eso mejoró el contenido del periódico, destinado a de- 
fender una posición difícil en un mundo conmovido por tantos acontecimien- 
tos. El Cabildo montevideano se hizo ern de la renuncia de Nicolás -de He- 
rrera por ser de su pertenencia la imprenta y a su cargo el sostenimiento del 
periódico. En el acuerdo del 26 de noviembre, se hizo constar' que por enfer- 
medad se veía obligado a retirarse el editor de la Gazeta de Montevideo, y 
que en su lugar se había designado al doctor Mateo de la Portilla, “sujeto de 
conocido talento y patriotismo' 1 , quien propuso a ía corporación continuar en 
la tarea de editar el periódico, con el sueldo de mil quinientos pesos fuertes 
al año, que los ediles rebajaron a cien pesos mensuales “en consideración a 
que la expresada comisión de la edición de la Gazeta consulta el beneficio de 
la patria y la mejor seguridad de ellas en las circunstancias presentes en que 
la Junta de Buenos Aires procura por todos los medios que íe dicta su ambi- 
ción y perversas miras de independencia’ ( G1 ). 

Definida la posición de ambos periódicos, trataba cada uno de neutralizar 
la acción que pudiera desplegar la hoja rival, pero las nuevas ideas habían 
circulado suficientemente como para ser acalladas por una vu¡£ s repetida sin 
cesar y ya sin eco en el corazón americano, 

X. — FRANCISCO JAVIER DE ELIO 

En d acuerdo det Cabildo montevideano, celebrado el 19 de enero de 
1811, se registró que en la víspera, el alcalde de primer voto, Joaquín de 

48) Gazeta de Montevideo jueves 25 de octubre de 1910, num, 5, pp, 19-25 (edición 
f asímil, pp. 25-29) ; martes 30 de octubre de T81ü t oúm. 4, pp. 28-31 (edición face ím ib pági* 
U 99 34-37). A partir del número 4, la Gazeta de Montevideo comm^ó a publicarse lo* 
díae martes, 

49) Reflexiones sobre uno Proclarm i publicada en la Corte del UrüsiJ tu Gusvta de 
Unenos* AyreSi jueve* 19 de julio de 181(1, núm. 7, pp. lül-108 (edición facsímil, pp. 183- 
190); juevea 26 de julio de 1810, núm. 8 pp. J2M26 (edición facsímil, pp. 217-222); jueves 
2 de agosto de 1810* núm. 9, pp. 141-145 (edición facsímil, pp* 237-2411. 

50) Gnzetx i de Montevideo, 6 de noriembre de 1810, mira, 5, p. 40 (edición iae&ímil, 
página 46). 

51) Kciijrln deJ Archivo Administrativo, lomo novena, pp, 454-4S5. 



Chopitea, habla recibido un oficio del gobernador Vigodet en el que le comu- 
nicaba que se hallaba en la ciudad del virrey, gobernador y capitán general 
de las provincias del Río de la Plata, Francisco Javier Elío, designado por 
real orden del 31 de agosto de 1810- Hallándose — dice el acta — incomuni- 
cada la ciudad de Montevideo con la capital Buenos Aires, se resolvió reci- 
birle en la sala capitular para que prestase juramento, lo que así se hizo, de 
acuerdo con el ceremonial que detalla el acuerdo recordado. ( 52 ). 

En esas circunstancias, las autoridades de Montevideo carecían de toda 
clase de informaciones sobre lo que ocurría en Buenos Aires, como lo mani- 
festó el comandante José María Salazar en una información dirigida al secre- 
tario de Estado, en la que asentaba que las escasas noticias que se recibían, 
eran por intermedio de los ingleses, quienes, agregaba, eran decididas parti- 
darios de los revolucionarios, los cuales marchaban, como lo repitiera tantas 
veces, hacia la total independencia ( 5S ), 

La Banda Oriental, a la llegada de Elío, se encontraba "unificada por 
fuerza de las circunstancias, política, administrativa y militarmente bajo la 
autoridad dd gobernador Vigodet, —como escribe Pivel Devoto— convertida 
de hecho en una Capitanía o Intendencia, con una Junta de Real Hacienda 11 , 
siendo, "además la sede del Virreinato bien que reducido éste en la efecti- 
vidad de las cosas, sólo a su propio territorio” 

Días antes de ser recibido Elío por el Cabildo de Montevideo, había ini- 
ciado gestiones para que se reconociese en el cargo de virrey por las autori- 
dades de Buenos Aires. 

Hallándose de paso en Montevideo el oidor de la Audiencia de Chile, 
José Acevedo y Salazar, fue comisionado por Elío para trasladarse a Buenos 
Aires debido - — manifestaba en un escrito — al estado crítico y la incertidum- 
bre del gobierno que allí funcionaba y si estaba dispuesta la Junta a reconocer 
a las Cortes Generales y a la Regencia, como así también a Elío en su carác- 
ter de virrey y entregar a la vez, los oficios suscriptos por dichas autoridades 
peninsulares ( co ). 

El comisionado, prontamente, se trasladó a Buenos Aires y desde a bordo 
del lugre San C arlos , dirigió un oficio a la Junta* comunicándole que era por- 
tador de unos pliegos del nuevo virrey Francisco Javier de Elío y al mismo 
tiempo manifestaba el deseo de conversar sobre la forma de restituir la tran- 
quilidad a las provincias. La Junta de Gobierno contestó al remitente que 


52) Revista del Archivo Administrativo, tomo noveno, pp. 475-477. Francisco Javier 
Elío había arribado a Montevideo el 12 de enero de 1811 a bordo de la fragata de guerra 
española J/igemo, 

53) Carta del comandante José María Salazar al secretario de Estado. Montevideo, 18 
de enero de 1B11. Archivo General de Indias , Sevilla , Audiencia de Buenos Aires . legajo 156. 

54) Jvaw E. Pivel Devoto, Prólogo en Comisión Nacional Archivo Articas, Archivo 
Artigas , x, Jll p, CXXX1V. 

55) Comisión Nacional Abchivo Articas, Archivo Artigas , tomo IV, pp. 242*243. 


— 33 — 



para determinar sobre las discusiones a entablar necesitaba conocer previamente 
los pliegos de que era portador. De acuerdo con esta sugerencia, el oidor 
Acevedo y Saladar entregó los que llevaba al sargento mayor de la plaza de 
Buenos Aires, Ramón Baleares ( 5G ). 

Los pliegos llevados por el comisionado consistían en los siguientes docu- 
mentos: Real orden, firmada por Eusebio Barda ji y Azara, fechada en Cádiz, 
a 31 de agosto de 1-8 10 ? dirigida ala Audiencia de Buenos Aires, mandándole 
a dicho tribunal pusiera en posesión del mando al mariscal de campo Francisco 
Javier de EHo, designado virrey y capitán general de las provincias del Río de 
la Plata y presidente de la Real Audiencia de Buenos Aires. Sendos oficios fe- 
chados en Montevideo el 15 de enero, iban dirigidos al "Congreso o Junta 
Provisional de Buenos Aires’ 1 ; a la Audiencia y al Cabildo de la misma ciudad. 

A la Junta le manifestaba Elío después de anunciar su arribo, que hallán- 
dose enterado de que en breve se reuniría en Buenos Aires un congreso de di- 
putados de las ciudades del virreinato, Je había parecido conveniente dirigirse 
a él y escribirle con toda franqueza, para hablarle sobre las circunstancias del 
momento y tratar juntamente de apagar la discordia existente, que por desgra- 
cia se manifestaba en dichos países. Después de exponer extensas considera- 
ciones sobre el estado de España y de las intenciones que llevaron a la consti- 
tución de la Junta, manifestaba que se habían reunido las Cortes Generales, 
a la que todos los verdaderos españoles consideraban como a sus legítimos 
representantes, esperando que Buenos Aires expresaría su reconocimiento a las 
mismas, designado sus diputados. La Junta respondió al escrito de Elío el día 21, 
exponiéndole las justas razones que la llevaban a no aceptar sus ofrecimientos, 
que dejaban librados al futuro congreso convocado, el que fijaría las dudas y 
opín iones , estableciendo la unidad a que todos aspiraban. El 22 de enero con- 
testaba la Audiencia a Ello, expresándole que después de haber dado vista a 
su fiscal del oíicio que le remitiera, contestaba de acuerdo con su dictamen 'que 
por justas disposiciones del actual gobierno de esta capital se ha diferido la 
resolución de la duda, sobre si debe o no reconocerse en estas provincias d 
Consejo de Regencia”, resolución que quedaba supeditada al próximo congreso 
que se había convocado. Seguidamente, agregaba que en las provincias del 
Río de la Plata no estaba legitimada la autoridad de la cual emanaba la desig- 
nación que le confería el mando superior, por lu que el tribunal de&Lstía de 
complacerlo en el pedido que le formulara. A su vez el Cabildo, en 22 de 
enero, manif estaba a Elío, expresiones idénticas en cuanto a la negativa de 
admitirlo en el ejercicio que pretendía del gobierno de las provincias y de 


56) Oficio de Francisco Javier de Elío a José Acevfcdo y Saiazar, Montevideo» 15 de 
enero de 1811; oficio de José Acevedo y Saiazar a la Junta de Gobierno de Buenos Aires» 
lugre 5a» Carlos, 2J de enero de )811; respueala de la junta, 20 de enero de 1811; oficio 
de Acevedo a la Junta, 21 de enero de 1811. Comisión Nacional Archivo Artigas, Archivo 
Artigas, t JV, pp. 242-245. 


— 34 — 



hallarse dispuesta la corporación al uso de las armas contra quien osara per- 
turbarlas ( &T ), 

Mientras seguían su curso los escritos mencionados, la Junta extendió otra 
nota en 21 de enero en la que reiteraba los principios expuestos en el oficio 
dirigido a Eli o* El oidor Ace ved o y Salaz ar, de regreso a Montevideo, dirigió 
en 5 de febrero un nuevo oficio a la Junta, preguntándole ingenuamente si 
se había reunido el Congreso que debía resolver sobre los puntos de su comi- 
sión y si estimaba conveniente que se trasladase a Buenos Aires para entablar 
con aquel cuerpo la correspondencia relativa a los asuntos planteados- La Junta, 
por intermedio de su secretario Hipólito Vieytes, contestó al remitente de la 
nota dos días después, lo que sigue: que había extrañado “el que V* sin carácter 
público que lo autorice a entrar en contestación con ella, le haya dirigido el 
oficio de 5 del corriente; y me ha ordenado prevenir a V. que en lo sucesivo 
se abstenga de igual insulto” ( B& ). 

Con motivo de esta burda tentativa de Eíío, en las planas de la G azeta de 
Buenos- Ayr es se publicaron varios escritos que vamos a comentar. En un Mani- 
fiesto que se atribuye al deán Gregorio Funes, se decía lo siguiente: “Un sol- 
dado cuya divisa es la osadía, después de haber profanado con sus insultos la 
dignidad de este pueblo, y haber merecido en justa recompensa verse arrojado 
de su seno, tiene el descaro de presentarse a sus puertas, y a título de alto poder 
exigir nuestras sumisiones y respetos. Visto es que hablamos de D, Francisco 
Javier Elío, hecho virrey de estas provincias por la Regencia de España 1 '. Des- 
pués de juzgar su acción en ambas márgenes del Plata, desde las invasiones 
inglesas, le señalaba el error cometido por el gobierno de España al designarlo 
para el cargo de virrey, con el propósito de que levantase en la capital “horcas 
en señal de su misericordia”. Concluía el escrito con una exhortación para 
escarmentar a quien pertendiera profanar la inmunidad de los hogares patriotas. 

En el mismo número del periódico porteño se publicó una proclama de la 
Junta en la que daba cuenta al pueblo del nombramiento que había hecho 
la Regencia a favor de Elío, quien “siguiendo los ímpetus de su fogosidad indis- 
creta creemos que tendrá el atrevimiento de intentar atacamos; él no pudo 
aceptar este destino sino es con el ánimo resuelto de tomar posesión a viva 
fuerza, para vengar como virrey la justa repulsa que sufrió como subinspector. 
Aunque inepto para llevar al fin cualquier empresa, es un temerario para arros- 
trarla: acordaos que a la llegada del virrey Cisneros decía, que con mil hom- 
bres puestos en el bajo de los Olivos tenía bastante para arrasar esta gran 
capital, que acababa de imponer, y desbaratar un ejército de 12.000 hombres 
dirigidos por excelentes oficiales”. 


57) Gaseta de Bueno^Ayres f jueves 24 de enero de 1811, núm, 33, pp, 514-523 (edición 
facsímil, pp. 62-71) t 

58) Comisión Nacional Archivo Articas, Archivo /irrigas, t. IV, pp. 245-247, y Su- 
plemento a la Gazeta de Buert&t-Ayres, jueves 7 de febrero de 1811, pp. [1-3] (edición fac- 
símil, pp. 101-103). 


35 



Siguió a la anterior proclama otra del Cabildo de Bueno* Aires, dirigida a 
las tropas y al vecindario, informándoles de los propósitos de Elío 3 elección im- 
política, decía, del desorganizador gobierno que imperaba en España, que t( en 
los momentos precisos en que proclama la igualdad de derechos de los pueblos 
del nuevo mundo con la metrópoli, envía a quien los gobierne bajo el mismo 
sistema, y con la propia arbitrariedad que hemos llorado tantas veces”* agre- 
gando después de otras consideraciones que " so la mente un enemigo decidido 
contra la felicidad de este precioso hemisferio pudiera suscribir la venida de 
don Francisco Javier Eli o, aunque fuese sin la investidura y alta representación 
que parece habérsele confiado”, A continuación señalaba que los fundamentos 
que habían decidido al pueblo de Buenos Aires a no reconocer la autoridad al 
Consejo de Regencia, existían más poderosos que antes con respecto a la legi- 
timidad de su erección 

La G azeta ¿le Buenos- Ayres, incansable en su lucha contra Elío, publicó 
un extenso comentario poniendo de relieve la indignación que había producido 
en las provincias del Río de la Plata y en su gobierno el nombramiento, hecho 
que consideraba un insulto. Con ese nombramiento la Regencia había caído 
en la mayor desestimación del pueblo, tratando de engañarlo al invitarlo a 
enviar diputados a las Cortes* con un fingido lenguaje que hablaba de libertad 
y queriendo sorprender sus derechos primordiales, para remacharle nueva barra 
de grillos con que se trataba de sujetar a los americanos. Combatía el proce- 
dimiento señalado para designar los delegados que las debían integrar y recal- 
caba el abusivo poder que se atributa la Regencia para gobernar a las pro- 
vincias de América; sus individuos u se hallaban desnudos — anotaba— de in- 
vestidura necesaria para incitar a la elección y reunión de los diputados: esta 
es otra condición importante para la legitimidad del congreso general, como 
propio de los pueblos el verificarla” ( <ú ). 

Recordaremos en este lugar una de las actitudes del virrey Elío al asumir 
el mando en Montevideo y ponerse en comunicación con la infanta Carlota 
Joaquina y con lord Strangford, Al tomar conocimiento de esa corresponden- 
cia, el marqués de Casa Irujo le ''escribió una carta reservada a Elío en la que 
hacía saber que el virrey de Buenos Aires no debía tener correspondencia con 
la corte y el gobierno de Río de Janeiro y que, sin embargo, él la sostenía con 
doña Cariota y con Lord Strangford; lo cual, sobre no estar permitido, es muy 
perjudicial el tenerla sobre todo con el último, porque así podia justificar éste 
la que había tenido con los revolucionarios de Buenos Aíres, Para fundamentar 


39} Qazeta de Buenos* Ay res* jueves 7 de lebrero de 1811, núm, 35. pp. 537-545 (edición 
facsímil, pp, 89-97). 

60) Gaceta de Buenos-Ay'res, jueves 28 de febrero de 1811, núm. 38, pp, 573-578 (edi- 
ción facsímil, pp, 157-162); ibid* t jueves 7 de marzo de 1811, tniim 39, pp, 5B5-594 (edición 
facsímil, pp. 181-190), Véase el Comentario en Guíela de Montevideo, martea 19 de marzo 
de 1811, núm, 12, pp, 111-112, 



más esto, dice que el anterior virrey Hidalgo de Cimeros se había atenido a 
la prohibición de mantener correspondencia con nadie, por lo que ni siquiera 
había contestado a una carta que le dirigió la Infanta”, No satisfizo como es 
lógico a Elío esas indicaciones del ministro de su país y en forma altiva envió 
su respuesta, señalando que sabía cuales eran sus deberes, para caer en una 
falta de tal naturaleza y que si había obrado en la forma que lo hiciera se debía 
al considerar que era conveniente para resolver los asuntos de Montevideo. 
Agregó, a continuación, que para corresponderle con el consejo que le había 
transmitido, le daba el siguiente: “que a nada bueno conduce a un Ministro 
el hacerse tantos enemigos como personas tiene que tratar oficialmente, lo que 
es una conducta toda contraria a las reglas de buena y fina diplomacia”. El 
autor que nos informa sobre este incidente, señala que en América, entre las 
principales autoridades peninsular es, no reinaba la cordialidad necesaria para 
que las gestiones que ellas realizaban alcanzaran el éxito esperado ( C1 ). 

Por un bando que se fechó en Montevideo, a 12 de febrero de 1811, 
hacía saber Elío “ a todos los vasallos de Fernando Vil” que habiendo usado 
de cuantos medios aconsejaba la prudencia para hacer entrar en sus obliga- 
ciones a los miembros que integraban la Junta de Buenos Aires, habían sido 
todos ellos eludidos, haciendo la guerra y atacando a cuantos no han adherido 
a sus ideas 1£ al extremo de insultar al Consejo de Regencia, que en nombre de 
nuestro amado Fernando VII manda la España y las Indias^ y está reconocido 
por todas las potencias de Europa”, Tras otras expresiones ofensivas contra la 
Junta de Buenos Aires, declaraba: 'Que los individuos que la componen y 
todos los que lleven armas, u otros útiles de guerra para sostenerla y atacar 
las que obran bajo la verdadera divisa del estandarte del Rey de España, sean 
tenidos por traidores y rebeldes a su Rey > a la Patria, y como tales tratados 
y juzgados”. La Gazeta de Bucnos-Ayres . al dar a conocer el bando, comentó 
su contenido, recordando que había puesto a la vísta de los pueblos las recla- 
maciones que había formulado cu 15 de enero, para que se le recibiera en 
carácter de virrey 9 con titulo expedido por el Consejo de Regencia, que carecía 
de facultades para designar empicados para gobernar a unos pueblos libres. 
Por lo tanto ---argüía— mal podía la Junta entrar a resolver con él tratados 
de reconciliación y paz. La Junta, con ese motivo, dio a la publicidad una 
proclama, en 20 de marzo, en la que hacía constar que desde hacia algún 
tiempo la voluntad de lo* pueblos se había pronunciado en ser libres, Después 
de recordar los triunfos obtenidos Contra las fuerzas realistas, manifestaba que 
Elío, hecho virrey, con el auxilio u de los rebeldes europeos de la orgullosa Mon- 
tevideo, ha tenido la insolencia de declaramos la guerra y pretende inundar 
de sangre unas provincias que debía respetar como el mejor asilo de la fugitiva 
libertad”. A continuación incitaba a los patriotas a armarse, <s para que vuestras 


6] ) Rubio, La Infanta Carlota Joaquina, pp, 136-137. 



brazos —asienta — sean fiadores de vuestra independencia. Vale más sacri- 
ficar nuestras vidas y nuestros bienes a la libertad de la patria* que reservarlos 
para despojos de nuestros opresores. Vale más combatir por la independencia 
de la nación* que servir de victimas a los caprichos de un tirano” y convocaba 
a las filas para completar los cuerpos militares que se iban a organizar con 
todos los ciudadanos desde los 16 hasta los 45 años de edad ( e2 ). 

Casi a la vez, en vista de la posición que tomaba Eli o, la Junta de Buenos 
Aires, por orden del 14 de febrero de 1811* reglamentó la entrada a los puertos 
de su jurisdicción de los navios de comercio procedentes de Montevideo, bajo 
las siguientes cláusulas: “No se admitirá la entrada en nuestros puertos de car- 
gamento alguno que venga de Montevideo sea cual fuere su procedencia hasta 
aquel puerto. Ningún buque nacional, o extranjero con cargo o en lastre, vi- 
niendo de Montevideo* será admitido, a excepción de los de la nación y co- 
mercio de S.M.B, La excepción del artículo precedente no favorece a los buques 
ingleses que traigan de Montevideo a este puerto, mercaderías* frutos, o efec- 
tos de cualquier género* y pertenencia gue sean, pues los que se encontraren 
serán confiscados. No se girará letra para Montevideo ni otro algún punto, que 
esté sujeto a su obediencia, ni se pagará la que de ellos se gire, ni otra cual- 
quiera obligación, aunque el pago se haga a ingleses* pena de confiscación de 
otra igual cantidad aplicable en la tercera parte al denunciador 55 ( 63 ). 


XL — MICHELENA Y ROMARATE 

Al comentar la G a zeta de Buetios-Ayres la marcha de los acontecimientos 
en el Alto Perú, donde los pueblos recibían alborozados a las tropas de la Revo- 
lución, señalaba que en el litoral los moradores sufrían todo el peso de una 
cruel persecución* refiriéndose en particular a la acción desarrollada contra la 
población del Arroyo de la China (Concepción del Uruguay), por el capitán 
de navio Juan Angel Michelena “quien armando a todos los europeos de Jos 
partidos que recorre ha declarado guerra a todos los patricios y jurado su exter- 
minio. No ha quedado — asentaba el periódico — en aquel hernioso territorio un 
solo hacendado hijo del país; todos han salido prófugos o han sido remitidos 
presos a Montevideo, habiéndose extendido a veinte y dos en la última re- 
mesa” ( eí ). 


62) Gazeta de BuenoS'Ayres, jueves 21 de marzo de 1811 núm. 41, pp> 614*620 (edición 
facsímil, pp* 214-220)* 

63) Gazeti j Extraordinaria de Buenos- Ay res t lunes 18 de febrero de 1811, pp, 79-80 
(edición facsímil, pp, 123-124)* 

64) Gazetq de Bueno* Ayres, jueves 29 de noviembre de 1810, p. 416 (edición facsí- 
mil, página 678), 


38 



En el parte que Michelena fechó el 6 de noviembre de 1810, dirigido al 
gobierno de Montevideo, daba cuenta de sus actividades en aquella zona y agre- 
gaba que en el referido pueblo se había jurado al Consejo Supremo de Re- 
gencia ( eB ). 

Michelena dominaba la región merced a los elementos bélicos con los que 
contaba para someter al vecindario* Entre las causas que José María Salazar 
consideró como iniciales del movimiento de insurrección que se propagó des- 
pués a la Banda Oriental, registrada la retirada y retomo de Michelena a 
Montevideo, por orden del virrey Elío, no obstante la oposición que a ello 
había hecho Gaspar de Vigodet ( ee ). 

Los ríos Paraná y Uruguay eran dominados por las naves realistas. En 
el primero actuaba Jacinto de Romarate y en el segundo Michelena. Todos 
los habitantes de la zona de Entre Ríos se identificaban en principios e ideales 
políticos con los vecinos de la campaña uruguaya y el movimiento de insu- 
rrección, al estallar, se extendería a ambas márgenes del Uruguay en forma 
incontenible, no obstante el dominio que del litoral poseían todavía los marinos 
españoles. Los habitantes de ambos sectores tenían idénticas modalidades y lo 
mismo podría decirse en cuanto a la economía que practicaban. El río Uruguay, 
más que una línea divisoria, era un vínculo de unión entre pueblos hermanos. 

Para contrarrestar el dominio que ejercían las naves realistas, la Junta 
organizó la primera escuadrilla de la Revolución, integrada por tres pequeñas 
embarcaciones annadas con un total de 32 cañones y 200 hombres de tripu- 
lación. La comandaba el marino maltés Juan Bautista Azopardo, que navegaba 
en la goleta Invencible, haciendo lo propio en el bergantín 25 de Mayo, el 
capitán Hipólito Bouchard y en la balandra Americana, el capitán Angel Hu- 
bac. Las naves levaron andas del puerto de Buenos Aires con rumbo a la isla 
Martín García para dirigirse desde allí a la boca del Guazú y penetrar por el 
Paraná* El 2 de marzo de 1811, frente a San Nicolás de los Anwfas, naves 
españolas, cuyo número se hace llegar a siete, al mando de Jacinto de Roma- 
rate, interceptaron la navegación. La lucha se desarrolló en forma desigual y 
el jefe de la arm adilla revolucionaria, Azopardo, fue tomado prisionero, “Horas 
después, las naves patriotas, tripuladas por realistas, navegan aguas abajo 
destino a Montevideo, mientras Bouchar Hubac, los oficiales y tripulaciones 
que no han caído en poder del enemigo, desandan camino por tierra a Buenas 
Aires a fin de comparecer ante un Consejo de Guerra”. Azopardo fue llevado 


65) Gazeta de Moritevideo , marte 8 20 de noviembre de 1810, nüm, 7, pp, 58-59 (edición 
facsímil, páginas 64-65). 

66) Carta número 109 de José María Salazar al secretario de Estado, Montevideo, 10 de 
mayo de 1811, en Comisión Nacional Archivo Artigas, Archiva Artigas, tomo III, pá- 
ginas 443-445. 


— 39 — 



al presidio de Ceuta, en Africa, de donde consiguió fugar, retornando a Buenos 
Aires en 1820 { 01 J. 

Casi paralelamente a estos acontecimientos en la campaña de la Banda 
Oriental se levantaba espontáneamente su vecindario, sin jefe visible todavía 
que enastara el pendón de la Revolución. La prédica de la Gazmia de Buencs- 
Ayres había ganado prosélitos con los ideales que defendía contrarios a los 
representantes reales, que bajo severas amenazas esperaban doblegar el espíritu 
de independencia que ya alentaba, sino en todos, en la mayoría de los hijos 
del suelo americano ( 6 *). 

El movimiento insurreccional de la Banda Oriental tenía características 
muy distintas a otros movimientos que se sucedieron en esta parte de América. 
Fue la gente de la campaña, hacendados y peones que la habitaban, quienes 
abaron la bandera de la rebelión contra las autoridades concentradas en la 
ciudad de Montevideo. 

AJ movimiento uruguayo se unió la provincia de Entre Ríos, preparada 
con el auxilio de las tropas de Buenos Aires, Después del altercado sostenido 
entre Artigas y el brigadier Vicente María Muesaus, partió el primero de Colo- 
nia con rumbo a Buenos Aires el 15 de febrero. En dicha capital se encontraría 
con José Rondeau, que también había abandonado a los realistas para alistarse 
en las filas patriotas. La Junta concedió a Artigas la graduación de teniente 
coronel por despacho del 8 de marzo de 1811, facilitándole hombres y armas 
para la campaña que iba a emprender con tanto éxito. 


XII. — GRITO DE ASENCIO 

Se deduce, por un comentario de la Cazata de Buenos-Ayres, que otra de 
las causas de la insurrección fue la declaración de guerra lanzada por Elío en 
mí bando del 12 de febrero^ que sublevó el espíritu de los nativos por las ame- 


67) Ratto, Historia de Broten, t. I, pp. 21-29; Servicio* memorables consagrados e la 
noción americana por el coronel graduado don Juan Bautista Azopardo* ete,, en Sv^auó pe 
la Nació> f Biblioteca de Moyo, |, II, pp. 1879-1882, Véase al respecto la Gazeta Extraordi- 
naria de Montevideo* 12 de marzo de 1811, núm. 9, pp. 45-52; ibid „ sábado 23 de marzo de 
1811, núm. 10, pp. 52-59 y Gaxeta de Montevideo , martes 26 de marzo de 1811. mine 13, 
página* } 19-1 20. 

68) El cura de Florida, Santiago Figueredo, en carta que dirigió a José Ar Ligas, «n 7 
de abril de 1811, entre otras cosas, le decía que había introducido en la campaña la Gaceta 
de Bitenot-Ayres, que ron su lectura y Jas iftfione* particulares que había celebrado, diseir* 
gafió a más de cuatro que vivían paralizados eu sus deseos alucinados por las amenazas ridi- 
culas del tirano. Comisión Nacional Archivo Articas, Archivo Artigan t. IV, pp. 291-292, 
Según informaba Sala zar, con oficio 26B al ser reta no de Estado * Montevideo. 19 de noviem- 
bre de 1811, en la sublevación de la Randa Oriental habían influido 4k Ios perversos papelea 
públicos de Buenos Aires y por los Guras de los PuebloSj que son los que más parte han 
tomado en esta revolución, agitaban la campaña desde los primero* días de la insurrección 

de Ja Capital’*, ibid,, pp, 370*371. 


— 40 — 



nazas e injurias que en él se deslizaban. “Rebeldes y traidores”^ voces infa- 
mantes para quienes no acataran la soberbia del mandatario designado por el 
Consejo de Regencia- Bien preguntaba el comentarista: si ésas eran “las ideas 
de paz y fraternidad que dijo” lo animaban. A continuación noticiaba que 
“Los pueblos que oprimía, se le han sublevado; toda la Banda Oriental se 
ha negado a obedecer al insensato, que no consultando su debilidad, se ha 
atrevido a declarar la guerra a la capital, y a todos los que adhieren a su 
sistema- El numeroso vecindario de aquella banda se arma con energía y 
entusiasmo y sus armas vengadoras llevarán el terror y el espanto hasta los 
umbrales de ese resto de los insurgentes”- Antes de proseguir con el comenta- 
rio y las noticias que se insertaron en la Gazeta de Buenos-Ayres, vamos a su- 
mariar los hechos, para completar la información. La rebelión se inició a 
orillas del arroyo de Asencio, a tres leguas escasas de Mercedc^ en el actual 
departamento de Soriano- Encabezaron el movimiento Pedro José Viera y 
Venancio Benavídez y ocurrió el 28 de febrero de 1811, glorioso en los anales 
históricos uruguayos, donde es conocido como el “Grito de Asencio”, evocado 
con las galas del arte por el artista oriental Carlos María Herrera en su 
lienzo “La Mañana de Asencio”. 

Al decir del comentarista de la Gazeta dé Buenos- Ayres, aquel día, le- 
vantados en masa los habitantes de la campaña de Montevideo atacaron a 
la Villa Nueva de Mercedes, rindiendo a su guarnición integrada por 190 
hombres, con cinco piezas de artillería. En la misma fecha fue rendido Santo 
Domingo Soriano, apoderándose enseguida los patriotas de los pueblos de Po- 
rongos, Víboras, Espinillo y toda la región comprendida entre Rosario y el 
Rincón de la Calera, 

En el parte enviado a la Junta de Buenos Aires por Ramón Fernández, el 
í v de marzo, después de expresar que el 24 de febrero se había publicado en 
Mercedes la guerra contra los patriotas, señalaba la impresión causada al 
vecindario dispuesto desde entonces a iniciar sus hostilidades contra quienes 
protegían la causa de los defensores de Montevideo, Anotaba a continuación 
su relación con Pedro Viera, a quien había designado su segundo, agregando 
que con 300 hombres había sorprendido el 28 de febrero a Mercedes y So- 
riano. Después noticiaba que en esa fecha había escrito a José Artigas de 
quien decía tener noticia se hallaba en Nogoyá (Entre Ríos), en la jurisdic- 
ción entonces de Santa Fe y en su defecto al primer jefe de tropas patriotas 
que se encontrase en aquella banda para que le remitieran tropas por temor 
de ser atacado por fuerzas enviadas desde Colonia o Montevideo. Agregaba 
que no había proseguido su avance por considerar que no tenía fuerzas sufi- 
cientes para sostenerse. 

Cerrando el comentario, se leía en la Gazeta de Buenos-Ayres: “El pue- 
blo de Mercedes oe upará siempre un lugar muy distinguido en la historia de 
los hechos heroicos de la América. Su patriotismo ayudado del heroico valor 


— 41 — 



de un conjunto de hombres animados de sus nuevos sentimientos, supo arrojar 
de sí a los tiranos que la oprimían: ellos pagarán su insolencia’" ( fl9 ). 

Ampliando las noticias recibidas sobre el movimiento insurreccional co- 
nectado entre la Banda Oriental y la actual provincia de Entre Ríos, dió 
nuevos detalles la Gazeta de Buenos-Ayres en una de sus entregas posteriores, 
publicando dos partes del capitán Bartolomé Zapata,, que operaba a las ór- 
denes de] coronel Martín Rodríguez, designado como jefe de la expedición 
destinada a actuar en esa zona. Comunicaba en su primer parte, extendido 
en Gualeguay a 2 de marzo, la ocupación de ese lugar y de Gualeguaychú, 
villa ésta que tomó por asalto el 21 de febrero. En el segundo parte, datado 
en Arroyo de la China (Concepción del Uruguay), el 8 de marzo, avisaba 
al presidente de la Junta de Buenos Aires que a sus filas se le habían incor- 
porado un sargento y diez soldados del cuerpo de Artigas. Agregaba que se 
había dirigido a ocupar el lugar, por los excesos que cometían los realistas 
encerrando en prisiones “hasta las mujeres y niñas solteras' 3 que manifestaron 
adhesión a la Junta contra la “que se había publicado guerra, y se cantaban 
versos públicamente. Yo no tuve pecho — expresaba — para aguardar las ór- 
denes de V,E. 55 . Al comentar los paites de Bartolomé Zapata, manifestaba la 
Gazeta de Buenos-Ayres , que había conseguido un ejemplar del bando o de- 
claración que había hecho jurar Elío dirigido por Vigodet a la villa de Gua- 
leguayehú (12 de febrero), que dió origen a la proclama que expidió la Junta 
de Buenos Aires en 20 de marzo ( T0 ), 

Refiriéndose el comandante Salazar a la rebelión de la campaña uru- 
guaya 3 manifestaba que en parte se debía al odio que se profesaba a Ello en la 
capital y lo mal querido que era, a lo que agregaba la declaración de guerra 
que había hecho el 12 de febrero, teniendo que agregar a lo dicho, las órdenes 
impolíticas que había dado y el plan de imposiciones que dictara, que levantó 
extraordinariamente los espíritus “contra la buena causa y el pequeño fuego 
de sedición que apareció primero en la Capilla de Mercedes y extendió en 


69) Gazeta Extraordinaria de. Buenos-Arres, viernes 8 de marzo de 1811, pp, ) 09*110 
(edición facsímil, pp. 195-196), Mercedes fue lomada en la mañana del día 28 de febrero 
y Santo Domingo Soríano capituló a las tres de la tarde, posesionándose de ella Pedro 
Viera, Véase el acta del Cabildo de Santo Domingo Soríano, de 28 de febrero de 1811, en 
Comisión Nacional Abchivo Abtic as, Archivo Artigas, t. TV, pp, 249-2 SO. Véase el informe 
de Pedro José Viera a la Junia de Buenos Aires, sin fecha y la relación de Justo Correa, 
Mercedes, 6 de marzo de 1811, en ibid>, pp, 252-266, 

70) Gazeta de Buenos-Ayres, jueves 21 de marzo de 1811 ,num« +1, pp. 609-620 pedición 
facsímil, pp< 2Q9'22(I), Dos días más tarde promulgaba Elío un decreto — 28 de mareo — 
sobre las embarcaciones mercantes que fueran despachadas por el Gobierno de Buenos Aires, 
a las que considerarían buena presa, incluyendo a los de bandera extranjera, ^pues en ese 
ca»o — ie aclaraba — no pueden ya alegar ignorancia de estar la guerra declarada** Gazeta 
Extraordinaria de Buenos-Ayres, lunes 8 de abril de 1811, pp. 28-25 (edición facsímil, pó* 
Bina s 261-263), Véase Mariano G« Calvénto, Estudias de la Historia de Enírc fííoj, Paraná, 
193?, tomo I, pp, 34-42. 


— 42 — 



poco tiempo a toda esta banda”. Agregaba que Eli o miraba con desprecio todos 
los movimientos iniciados por los patriotas suponiendo que podía sofocarlos 
con un reducido número de soldados, olvidándose que los habitantes de la 
campaña habían dejado de ser los hombres sumisos de otro tiempo. Señalaba 
asimismo los procedimientos humillantes con que se mofaba de los realistas 
que se refugiaban en Montevideo, Preparó — anotaba — poniéndose a su 
frente, una compañía para pacificar la campaña, dirigiéndose el 7 de marzo 
a Colonia, a bordo de la corbeta Mercurio . Estuvo en el lugar tres días sin 
tomar providencia alguna V el 16 retomó a Montevideo, convencido de la 
urgencia de relevar al brigadier Muesas. que comandaba aquel lugar, orde- 
nando el día 23 a Vigodet que con el bergantín Calvez y otras embarcaciones 
se dirigiera a Colonia. Creía el virrey que con sólo cien hombres dominaría 
la campaña mandando que así lo hiciera Vigodet, quien se cuidó de cumpli- 
mentar tal orden. Entretanto los patriotas se aproximaban hacía Montevideo 
acrecentando sus fuerzas. 

Completando sus terroríficas visiones, mandó colocar Eli o en medio de 
la plaza una horca "espectáculo que desagradó mucho”. Dio instrucciones 
severas al teniente coronel Joaquín Gayón, mandándole que toda persona que 
apresara haciendo fuego la pasara por las armas sin proceso, dando a cono- 
cer una proclama insultante el 23 de abril Ét lo cual acabó de exasperar los 
ánimos”. Gayón, con tales instrucciones, al mando de 150 hombres, tomó a 
San José, siendo cercado de inmediato por los patriotas, que lo obligaron a 
rendirse a discreción e] 25 de abril. Ante tal desastre, organizó Ello nuevas 
fuerzas, que puso al mando del capitán de fragata José Posadas ( 71 ). 


XIII. — SAN JOSE 

Al retomar Manuel Beigrano de su campaña al Paraguay, fue designado 
en 7 de marzo para trasladarse a la Banda Oriental como jefe de las tropas 
que operaban en esa región. Reforzando la misión que se le confiaba, se le 
enviaron dos contingentes de tropa al mando del comandante Martín Galain 
y del coronel José Moldes, integradas por 441 y 426 hombres respectivamente. 
Beigrano encargó al primero que se dirigiera con rumbo al Uruguay. 

El jefe del Ejército llegó a! Arroyo de la China el 9 de abril. Entretanto, 
el mayor Miguel Estanislao Soler, al mando de la vanguardia de las tropas 
capitaneadas por 4 el comandante Galain, se posesionaba de Santo Domingo 
Soríano, colaborando con sus tropas las milicias orientales, que habían batido 
con vigor un desembarco de fuerzas realistas. 


71) Oficio 268 del comandante Stlazar al secretario de Estado» Montevideo, 19 de 
noviembre de 1BU en Comisión Nacional Archivo Artigas, Archivo Artigas , L IV, pá* 
ginaa 372-373, 


43 — 



El entonces teniente coronel José Ronde au, fue designado segundo jefe 
del ejército y marchó hacia la zona de lucha con los refuerzos a su urden. 
Artigas, con las fuerzas que le confiara el gobierno de Buenos Aires, aumen- 
tadas considerablemente con tropas uruguayas, tomaba posesión de Mercedes, 
lugar donde estableció después Belgrado el cuartel general. Desde ese sitio 
partió Manuel Artigas, a quien confió d jete para que pusiera en movimiento 
la parte norte del país, mientras José Artigas, que tenía a su mando 500 hom- 
bres, debía insurreccionar el centro de la región para ir estrechando las filas 
que debían cercar a Montevideo. A Venando Bcnavidez le confió 800 hom- 
bres para ocupar Colonia, a fin de que desde allí se extendiera sobre la costa 
y se uniera en las cercanías de Montevideo con José Artigas, Este movimiento 
de tropas favoreció el alzamiento general de la campaña uruguaya y una 
tras otra fueron ocupadas las localidades de Minas, Maldonado, Canelones, 
San José y Colla, en donde se tomaron a los realistas más de 80 prisioneros 
y dos cañones. Algo más de 500 hombrea engrosaron las filas de las tropas 
patricias después de esta campaña ( 7S ), 

Sobre los acontecimientos desarrolladas en la Banda Oriental, la Gazeia 
de Buejios-Áyres din a conocer diverso? documentos referentes a la acción 
sostenida por Miguel Estanislao Soler, contra e[ marino Juan Angel Miche- 
lena el 4 de abril frente a Santo Domingo Soriano, con los oficios intercam- 
biados entre ambos jefes, ( rt ) y el parte de Bdgrano a la Junta extendido 
en Meicedes el 23 de abril, elevando lr*s oficios de Venancio Benavídez sobre 
la rendición dd puebla de Colla (hoy Rosario), el día 21 del propio mes ( rí ). 

En las planas de la Gazmia de Buenos- Ayt es se insertó la Proclama dkl 
general D . José Artigas d ejército de la Banda Oriental que desde el cuartel 
general en Mercedes dio el 11 de abril, en )a que hacia constar las atenciones 
que Je dispensara la Junta de Buenos Aires. "Dineros — expresaba — municio- 
nes, y tres mil patriotas aguerridos son los primeros socorros con que la Excm« 
Junta os da una prueba nada equívoca del interés que toma en vuestra pros- 
peridad: esto lo tenéis a ía vista, desmintiendo las fabulosas expresiones con 
que os habla el laíuo Eho ai su prodama de] 20 de marzo’ 5 . Incitaba en día 
a los patriotas a unirse para lograr el triunfo decisivo, señalando £í quc los ame- 
ricanos del sud están dispuestos a defender su patria; y a morir antes con 
honor, que vivir con ignominia en afrentoso cautiverio’ 5 ( 75 ). 


?2) Mitre, Obras Cúmplelas t Bncno* Aíre% 1940, i. VI, pp, 410*41?. 

*3) Guzeta de Buenos- Ayres, jueves 11 rie abril de 1811; nún). 14, pp r 662*657 (edición 
facsímil, pp. 268-273) . Cfr. : Gazcta de Montevideo. martes 30 de abril de 1811, núm. 18. 
páginas 1Ü7-164, 

74) Gazeta de Buenos- Ay res, jueves 2 de mayo de 1811, añm. 47, pp. 694-606 (edición 
facsímil, pp. 346-34R).. 

75) Gazeta de Buenos-Arres, jueves 9 de mayo de 1811, iiútu. 18, pp. 703-701 (edición 
facsímil, pp. 163364). 



También apareció en el peródico de la Revolución el parte que Belgrano 
dirigió a la Junta de Buenos Aires, desde su cuartel general en Mercedes, el 
27 de abril, enviando el que Bartolomé Quintero elevó al segundo jefe inte- 
rino del ejército, teniente coronel José Artigas, con fecha 26 del propio mes, 
participándole que por segunda vez había ocupado el pueblo de San José, 
donde databa ese parte, y en cuya acción quedó gravemente herido el capitán 
Manuel Artigas ( Ta ). 

Días más tarde “2 de mayo — cumpliendo Belgrano la orden del 19 de 
abril que lo relevaba del mando, entregó éste al nuevo jefe, José R ondea u, 
quien, a] informar a la Junta, en 5 de mayo, desde el cuartel general en Mer- 
cedes, manifestaba que había hecho reconocer al teniente coronel Martín 
Galain como segundo jefe y por comandante principal de la milicia patriótica 
al teniente coronel Jóse Artigas ( 77 ). 

Tales informaciones ponían al tanto de los hechos a los hombres que 
luchaban por alcanzar Ja independencia en distintos sectores del suelo americano. 

Ampliando la Gazeta de Buenos-Ayrts noticias anteriores insertadas en 
sus columnas, advertía a sus lectores que sobre la acción de San José había 
dado a conocer el parte suscripto por Bartolomé Quintero, pero habiendo .reci- 
bido el gobierno de Buenos Aires e] que firmaba Venancio Benavídez, con 
fecha 25 de abril, le daba a su publicidad, para que constara "a todos el por 
menor de tan laudable hecho, las ventajas que él nos ha proporcionado, y lo? 
individuos que se distinguieron: y nn debe reputarse redundante publt - 

¿ación”. En el parte decía Bcnavídez que había llegado a San José el día 
24 y se refería seguidamente las medidas tomadas para obtener su rendición, 
acontecimiento que se produjo al siguiente día, combatiéndose desde las ocho 
a las doce, detallando los pormenores de la acción y dando a continuación 
ios nombres de los oficiales que más se habían destacado en la lucha, lista 
que encabezaba con el nombre del capitán Manuel Artigas, herido en la con- 
tienda. Con dicho paite reproducía la Gazeta de Buenos-Ayres /os oficios in- 
tercambiados ei 24 de abril entre Venancio Benavídez y Joaquín Gayón, que 
ejercía funciones de comandante del lugar ( Ta ). 

En el mismo mí mero se díó a conocer la carta que desde Colonia dirigió 
Míchelena a José María Salazar en 23 de abril, que había sido interceptada 
a bordo de la balandra San José y las Animas , que había, varado en las cer- 
canías de San José. En dicha carta lo informaba del transporte de tropas pa- 
triotas a la Banda Oriental. A esa información agregaba que Elío vivía cn- 


76) Suplemento a la Goleta de BuejivfrÁyres, 9 de mayo de 1811, pp. [1-31 (edición 
farttíniil, pp. 373-375). 

77) Guíete de Buenos Ayres, jueves 16 de mayo de 1311, uúm, 49, pp. 721^723 (edición 
facsímil, pp. 38S-387). 

78) Goleta de Buenos A yre& t jueves 23 de mayo de 181 í 9 núm. >0, pp. 725*730 (edición 
facsímil, pp. 401-4-06), 


— 45 — 



ganado con muchas personas que eran partidarias de la Junta de Buenos 
Aires, y que en esos momentos los realistas sólo poseían a Montevideo y a 
Colonia, reducidos “al pequeño distrito de sus murallas 51 . Líneas después 
expresaba que él también estaba engañado al decirle que en la campaña se 
debía hacer más con intrigas que con las armas: “te engañas de medio a 
medio: la campaña la, sujetarán las bayonetas, bien de tropas portuguesas que 
pidamos, o de las que de España vengan: y después de destruidos los insur- 
gentes, que componen todos los hombres habitantes de ella, costará algunos 
años el desarraigar el fomes fsic:^ focoj de la insurrección. Desde enero te tengo 
dicho que para febrero se vería en completa insurrección esta campaña: no 
lo creiste; pero ya lo vemos” Otras reflexiones en tomo a la lucha entablada 
y la escasez de víveres complementa la carta interceptada ( 7D ). 

Ampliaba el contenido de ese número el parte enviado por Venancio Bc- 
navídez a Rondeau, desde Colla, el 1 1 de mayo y traasmitido por dicho jefe 
a la Junta de Buenos Aires, cinco días después, en el que la noticiaba que se 
hallaba con sus tropas en las inmediaciones de “ ‘Colonia, las que afligen aquel 
pueblo, y con este motivo pueden pasarse muchos individuos” ( w ). 

El movimiento de tropas por ese tiempo en la Banda Oriental, ocupaba 
las breves como sustanciales páginas de la Gazeta de Butncs-Ayres. En la 
Extraordinaria aparecida el viernes 24 de mayo se reprodujeron dos partes 
de Rondeau, el primero fechado en Mercedes a 10 de mayo, en el que trans- 
cribía el enviado desde Maldonado, cu 5 de mayo por Manuel Francisco Ar- 
tigas, donde relataba la ocupación de Minas e] 24 de abril, San Carlos el 28 
y al siguiente día a Maldonado, desde donde había despachado una columna 
para posesionarse de la fortaleza de Santa Teresa. Agregaba que bajo sus 
órdenes tenía 300 hombres armados, aunque con escasas municiones. “El an- 
imismo crece —expresaba Manuel Francisco Artigas- — ■ y la voz de la justa 
causa que defendemos, ha penetrado los corazones de teda la campaña; todos de- 
sean unirse, y formaremos en breve un escuadrón respetable”. Anunciaba seguida- 
mente que se trasladaría a Salís, donde tenía una partida y de allí, unidos — asen- 
taba— volarían todos hasta Pando y a aquellos lugares que estimase conve- 
niente, con el propósito de impedir la entrada de víveres a Montevideo* Pedía 
asimismo que se le diera un título que acredítase su comisión, que 1c era 
indispensable para habilitarlo con la dignidad correspondiente. Por su parte, 
Rondeau agregaba que bahía dado orden para abastecerlo de municiones y 
que le había expedido el despacho provisorio de teniente coronel de milicia 
patriótica, debiendo operar con todas las fuerzas que reuniese con José Artí- 
gaSj a quien había designado general en jefe de todas aquellas tropas. 

El segundo parte, fechado por Rondeau al siguiente día, — 11 de mayo- — , 


79) íbid, t pp. 730*732 ( edición facsímil, pp. 406-4$?). 
SO) Jfcwf, pp, 733-734 (edición facsímil, pp, 409-410)* 


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daba notician de las fuerzas que entonces operaban en la Banda Oriental* 
José Artigas — el 4 de mayo — tenía a sus órdenes 1113 hombres distribuidos 
entre varios jefes que actuaban en Minas, Maldonado, Canelones, hasta las 
cercanías del cuartel enemigo, que se había establecido en Las Piedras, cuyas 
fuerzas sumaban un total de 600 hombres provistos de cuatro piezas de arti- 
llería* Asimismo, agregaba, tenía destacada parte de sus tropas en la banda 
sur del rio Santa Lucía. 

Con respecto al jefe realista José Posadas, informaba que había “acabado 
con las vacas lecheras” y que comenzaban a escasearle los víveres “porque 
—anotaba Artigas — no los podían adquirir en razón de que nuestras par- 
tidas los oprimen por todas partes”. Por su lado, Venancio Benavidez, que 
debía poner sitio a Colonia, tenía a sus órdenes 984 hombres. La defensa del 
lugar la integraban 350 plazas, que en su mayor parte eran patriotas ansiosos 
de desertar e incorporarse a las filas de la revolución ( S1 ). 

Cuando la G azeta de Buenos-Ayres difundía esta noticia, habían sido 
diezmadas las fuerzas del capitán de fragata José Posadas en tas Piedras. 
No vamos a precipitar los hechos, para seguir exponiendo las noticias difun- 
didas por el pediódico fundado por Mariano Moreno. 

Señalemos, entre otras noticias, que se reproducían en la G azeta de Bue~ 
nos-Ayres, el oficio que dirigió José Artigas a Antonio Pereyra, desde el cam- 
pamento de Santa Lucía, a 10 de mayo, en el que con indignación le comu- 
nicaba que al comisionado que le enviara, Manuel Villagrán, lo había remitido 
a Buenos Aires para que fuera juzgado por la Junta, por las expresiones que 
le manifestara verbal mente- Consideraba un insulto la propuesta que le hi- 
ciera y “sólo aspiro — decía el jefe oriental — - el bien de mi patria, en la 
justa causa que sigo: y si algún día los americanos del sud nos vimos redu- 
cidos al abatimiento, hoy estamos resueltos a hacer valer los derechos que 
los tiranos mandones nos tenían usurpados” ( 85 ) , 


XIV. — ARTIGAS Y LA BATALLA DE LAS PIEDRAS 

El 18 de mayo se enfrentaron las fuerzas de José Artigas con las que 
mandaba el jefe realista, capitán de fragata José Posadas en la batalla de 


SI) Gazeta ExlraordiTtaria de Buenos*Ayre$ t viernes 24 de mayo de 1811, pp. 579*582 
(edición facsímil, pp* 417420), 

82) Oficio remitido a D, Antonio Pereyra por el general D- José Artigas, en contesta- 
ción a una vil propuesta que le hizo vérbalmente D. Manuel Villagrán por comisión de D. 
Francisco Javier Ello * en Gazeta Extraordinaria de Buenos* Ayres, miércoles 29 de mayo de 
1811, pp. 601 >642 (edición facsímil, pp. 437438). Artigas informó amplia mente a la Junta 
de Buenos Aire» con oficio del 10 de mayo de 1811 Ja inicua proposición que le había 
hecho llegar Ello por intermedio de Antonio Pereyra que utilizó a Manuel Villagrán para 
ofrecerle el empleo que quisiera si se pasaba a las lilas realistas. Comisión Nacional Archi- 
vo Articas, Archivo Artigas, tomo IV, pp. 380-382. 


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La 5 Piedras, que con la caída de Colonia en poder de tos patricios poco des- 
pués produjo el encierro dentro del cerco de Montevideo de los últimos defen- 
sores del poder español en el Río de la Plata. En el parte que dirigió Artigas 
a Rondeau, desde el campamento situado en las cercanías del lugar de la 
lucha, en 19 de dicho mes, le detallaba la acción, desde la víspera del 
encuentro, manifestándole que la batalla iniciada a las once y media de la 
mañana dio término a las cuatro de la tarde por rendición de las fuerzas ene- 
migas, Habían caído prisioneros el jefe, José Posadas y 420 hombres, com- 
prendiendo entre ellos a 22 oficiales. Rondeau dio noticia, con inclusión del 
parte de Artigas a la Junta de Buenos Aires, con oficio datado en Mercedes 
el día 21. Al siguiente día de la acción, las avanzadas de Artigas llegaron 
frente a los muros de Montevideo, La plausible noticia de la gloriosa batalla, 
fue impresa en hoja suelta en Buenos Aires para no retardar el conocimiento 
de la victoria a la ciudadanía porteña y demás habitantes de los lugares donde 
la Junta ejercía su mando (* 0 ), 

Con lamentables quejas contra FJío, el comandante Salazar informó de 
la derrota a su superior, considerándolo como "uno de los golpes más desgra- 
ciados que podía acontecemos'. Noticiaba también la consternación de los 
habitantes de Montevideo y la escasez de víveres que padecían en aquel 
momento f 84 ). 

La Revolución, con esta acción, se afianzaba en el Río de la Plata, para 
proyectar su acción hacia otros sectores del antiguo virreinato. 

La G azeta de Buenos-Ayres dio a conocer en varios números el parte cir- 
cunstanciado que desde el campamento del Cerrito de Montevideo, con fecha 
30 de mayo, dirigió Artigas a la Junta de Buenos Aires, acompañado de di- 
versos anexos. En el mismo, el jefe uruguayo detallaba su actuación desde el 
12 de mayo, en que arribó a Canelones, y la cooperación que le prestaron 
los oficiales que se hallaban a sus órdenes, describiendo la forma en que se 
desarrolló la batalla de Las Piedras, con mención de los nombres de los ofi- 
ciales realistas que fueron tomados prisioneros. Recuerda que la caballería 
a sus órdenes entró en la acción "la mayor parte armada de palos con cuchi- 
llos enastados, hace ver indudablemente que las verdaderas ventajas que lle- 
vaban nuestros soldados sobre los esclavos de los tiranos estarán siempre sellada 
en sus corazones inflamados del fuego que produce el amor a la patria”. En 
el mismo parte destacó Artigas el mérito adquirido por los oficiales y tropas 
que actuaron en la batalla, como igualmente los curas vicarios de la Florida 


83) Véase el facsímil del impreso y el texto del parle en Comisión Nacional Archivo 
Articas, Archivó Artigas , tomo IV, pp. 391-395, lámina IV, 

84) Carta 128 del comandante general del apostadero de marina del Río de la Plata, 
Jopó María Satflíar al secretario de Estado y del despacho universal de Indias, Montevideo, 
19 de mayo de 1811, en Comisión Nacional Archivo Articas, Archivo Artigas , tomo IV, 
pp. 394-397. 


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y Canelones “participando de las fatigas del soldado, con haber ejercido las 
funciones de su sagrado ministerio en todas las ocasiones que fueron precisas”. 
En los anexos que agregó al parte figuraban los escritos intercambiados con las 
autoridades realistas y el Cabildo de Montevideo, sobre canje de prisioneros 
heridos, propuesta de armisticio, suspensión de armas y rendición de la plaza, 
relación de los pertrechos de guerra tomados en Las Piedras y nómina de 
los oficiales de patricias y blandengues, como de patriotas voluntarios de ca- 
ballería que se hallaron en la goriosa acción ( 85 ). 

El 23 de mayo oficiaba Rondeau a la Junta para informarle el número 
de tropas que operaban a sus órdenes, que había distribuido de acuerdo a 
una orden del día expedida en la jomada anterior: en vanguardia, tres divi- 
siones y un cuerpo de reserva, para que pudieran ejeutar con más proporción 
los movimientos y maniobras militares a que se les destinaba. En la misma 
fecha se ponía en marcha el ejército para aproximarse a Montevideo, dando 
con ese motivo el general en jefe el día 22 una proclama a las tropas en la 
que les recordaba el éxito alcanzado por sus hermanos y compañeros de anuas 
en Las Piedras. “Sí, valerosos americanos: mañana emprenderemos nuestra 
marcha animados con esa lisonjera idea: sobre los muros de Montevideo 
están los laureles, que han de coronar nuestras frentes: a merecerlos sol- 
dados' 9 

Venancio Benavídez, que al mando de sus tropas había puesto sitio a 
Colonia, ocupó la plaza el 26 de mayo como consecuencia de la victoria de 
Las Piedras, que obligó a Gaspar Vigodet a embarcarse con las tropas que 
guarnecían y parte de su población con rumbo a Montevideo, clavando, antes 
de levar anclas, los cañones que utilizó ai la defensa. De todo lo actuado in- 
formó Benavídez a la Junta de Buenos Aires cotí oficio del 30 de mayo, junto 
con dos anexos, que fueron reproducidos en la Gazeta de Buenos- Ayres, ante- 
cediéndoles con un comentario, en el que se leía: “El virrey tuvo buen cui- 
dado en no salir a la campaña de Las Piedras: y su gobernador ahora no lo ha 
tenido menos en correr con tiempo” (- 7 ) É 

Al establecer Rondeau su cuartel general en Miguelete, frente a las mu- 
rallas de Montevideo, dió a las tropas el l 9 de junio una proclama en la que 
entre otras altas expresiones de patriotismo, les recordaba que nada podía 
“resistir el denodado valor con que habéis allanado el paso de cien leguas, 


85) Gazela de Buenos- A yres t jueves 13 de junio de 1811, núm, 53, pp. 772-776 (edición 
facsímil, pp. 4724 7 61 ; Gazeta Extraordinaria de Buenos Aires , martes 18 de junio de 1811, 
pp, 581-588 (edición facsímil, pp. 493-S00) ; Gazeta de Buenas- 4yres t jueves 20 de junio 
de 1811, núm, 54, pp. 780-788 (edición facsímil, pp, 504-512). Nuñez, Noticias históricas , 
capítulo XXI, en Senado de la Nación, Biblioteca de frfaYQ t tomo I, pp. 466475. 

86) Gazeta Extraordinaria de Buenos- A y res, mié reo le» 29 de mayo de 1811, pp, 602- 
604 edición facsímil, pp, 438-440), 

87) G&sefa de Buenos-Ayres, jueves 6 de junio de 1811, núm. 52, pp, 753-756 (edición 
facsímil, pp, 453-456). 


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recogiendo los laureles de la victoria en medio de las aclamaciones de vuestros 
conciudadanos 5 * ( ) , 

La triunfante actuación de Artigas fue premiada por las autoridades 
gubernamentales de Buenos Aires, ascendiéndolo al grado de coronel, cuyo 
despacho le fue extendido el 24 de mayo* víspera del primer aniversario de 
la instalación del gobierno patrio. 


* * * 

La G a zeta de Buenos- Ayres, el órgano de la revolución emancipadora, 
recogió en sus gloriosas planas las inquietudes de los habitantes de ambas már- 
genes del Plata que formaron filas en la contienda y que lucharon por un 
común ideal. En los partes de las acciones de guerra, que en ella se publicaron, 
hallamos unidos los nombres de ilustres combatientes que fueron a la guerra 
llevados por un mismo amor al terruño y a la libertad del suelo americano. 


88) Ibid., p. 770 (edición facsímil, p. 470) r 




LAMINA, XXV 

COLONIA ■ UNA VIEJA CALfcB "r FOTOGRAFIA DEL AÑO 1920